
Aparecidas.
Manuel corrió mas sobresaltado que de costumbre y hablo atropelladamente al entrar al comisariato.
-Es cierto! Las acabo de ver yo mismo!
Los hombres del bar se echaron un trago o subieron un cigarro mientras reían.
-De verdad don Ernesto, acabo de verlas cerca de donde Doña Camila, la que cría chanchos cerca del río!
-Tranquilízate muchacho! Séntate y no seas tarantas! Querés algo de tomar?
Asintió con la cabeza mientras se quitaba el sombrero y tomaba asiento en una de las bancas altas cercanas a la puerta.
-Deme algo fuerte! Que vengo temblando del susto!
-A ver muchacho! Contanos a que se debe el sobresalto y a quién viste que venís tan asustado- Le dijo uno de los hombres de la barra con una sonrisa de burla, mientras Don Ernesto le servia un vaso con guaro.
-Pues a María con su madre, la que vendía tortillas después de misa, la hermana de Doña Rosario la partera! La verdad no podía creerlo, pero las vi conversando allá frente a la casa del catecismo, arrecostadas en la cerca, yo me les quedé viendo por supuesto como quien ve un fantasma, y cuando la señora me dijo “que estás viendo tanto muchacho?” me eché a correr como loco y no paré hasta llegar aquí!-
-Y ese es tu alboroto?- rieron todos al unísono
-Pero es que acaso no entienden!? Mi mama llego con el cuento de que la señora esta se había muerto la tarde aquella, la de la noche en que Venancio se encontró medio enterradas en el bosque aquellas cajas con las barras que brillaban aquellas. Yo ni pelota le di, por que como esa doñita siempre fue hipocondríaca, yo pensé que este era como el colmo de los cuentos de la señora esta!-Todos lo miraban y reían mientras entre sí hacían bromas puntuales y picarescas de lo que decía el joven-Pero al día siguiente, cuando iba para la chanchera-continuo sin notarlo-y vi el desfile fúnebre entonces me dije “a carajo!, pues algo de lo que la doñita decía tener era cierto” y me fui a trabajar normal como todos los días, pensando en la pobre María, ya que era tan allegada a la mamá-
-Te sirvo otro?-pregunto Don Ernesto mientras el joven le acercaba el baso y asentía con la cabeza
-Pero entonces empezaron los cuentos a la mañana siguiente, de que habían visto a María hablando con la mama en el mercado, yo solo pensé “pobre muchacha, no entiende en su dolor que ya la señora esta del otro lado” y tampoco me extraño por que en esa familia es bien sabido que a todos les da por hablarles a sus muertos, pero cuando me dijeron después que la habían visto en la poza, y en la misa, y que doña Agustina hasta había invitado a las dos a tomar café, fue cuando empecé a pensar que la cosa se estaba poniendo fea, por que una cosa es tenerle consideración a una loquita, pero ya eso de alcahuetear los desvaríos de la pobre es demasiado!-para ese momento ya todos se reían a carcajadas, y el buen don Ernesto se acercaba al muchacho sigiloso mientras le servia otro trago-y hoy finalmente me voy dando cuenta de lo que en realidad pasa! Yo la vi, lo juro por esta-mientras besaba la cruz que llevaba en el pecho-la señora ha vuelto de la tumba y en este pueblo caminan los muertos! Tenía la mirada profunda y oscura! la cara pálida, pero era ella! Y me hablo! Yo la vi! No se rían! Se los juró!-
Don Ernesto tomo del hombro al muchacho, que bañado en sudor y con una congoja de miedo no dejaba de temblar en el asiento mientras todos en el comisariato reían sin parar!
-Ay muchacho, es que acaso no te has dado cuenta de que desde la noche en que Venancio repartió las barritas luminosas para que nos alumbráramos en las casas, todos amanecimos igual?!