domingo, diciembre 21, 2014

A la deriva.

Admiro el organizado trabajo que hacen los noctámbulos, de dejar palabras en la ruta de lectores taciturnos y somnolientos. Tu has dejado en el paso de mis noches, desde el sofá a la cama enorme y acá, en los charcos, barquitos de papel como huellas de tu camino al mar, ese al que nunca llegue, mientras el sueño; ese velo que se toca con los dedos hasta que nos cobija desnudos de conciencia; me toma entre sus hojas caídas de abril, mientras la muerte que no sale de su asombro y nos recibe con los brazos abiertos en la ausencia de los sueños, muy a pesar de toda la nostalgia que dejamos atrás.

La carretera es fría, oscura y solitaria, esta llena de nada. El futuro es así también, una incertidumbre, la melancolía del sitio que se dejó atrás. Valoramos la rutina por que nos da seguridad, los tiempos suelen ser los mismos, los lugares, los amigos, levantarse cada mañana y repetir los ritos de siempre.
Hoy de nuevo el barrio fue el barrio de siempre, con arboles a la orilla de la calle, gente en las aceras esperando el bus y haciendo parada a los taxis informales, señoras caminando en el mal trecho del polideportivo y ese olor a campo en medio de tanto cemento de la ciudad más poblada del país. Todo era nuevo y añejo, el sol de la mañana calentando como si fuera medio día, los escolares corriendo a la escuelita con sus madres, la gente comprando pan y periódicos donde Alcides, las carreras y  los adioses mañaneros hasta más tarde, todo de nuevo era lo que fue menos nosotros, que todavía éramos ausentes de nosotros mismos en nuestras calles del barrio donde ilusionados buscamos una casita para vivir el sueño mutuo de la vida porvenir con una cama frente a una ventana con plantas que crecen justo donde el sol cada mañana nos encontrara rendidos de la noche anterior de hacer el amor, todo era lo mismo menos nosotros, y lo que esas calles tomados de las manos fueron para nosotros.
El día iluminado no era como los muchos días nublados de calles desiertas cada mañana, como si la calle se disfrazará, como si todos se escondieran, sin gente en la calle que acompañara. Fueron días de calles desiertas y la soledad acompañada, tal vez todos nos miraban desde las cortinas entre cerradas, a inteligencia de la cucaracha no puede ser cuestionada tras los avances en la experiencia humana con estos seres.
Ella y yo  estábamos enamorados, pero no nos dimos cuenta hasta que nos perdimos para siempre. Entonces aprendimos a vivir sin nosotros, sin ti en verdad. Desde entonces no nos olvidamos, ella me dedica canciones y yo poemas, aunque ni ella es cantante ni yo poeta, no somos más que simples remedos del plagio y la farsa que en verdad somos.
Cómo se supone que volveremos a la vida de antes después de este naufragio?
Date cuenta que el mundo fuera de esta habitación llena de nosotros es hostil y distinto a la ligereza de nuestras caricias, a nuestros cuerpos sudorosos de sal y arena. 
San José es una ciudad, en la que todos parecen correr como si algo malo hubiese pasado y huyeran presurosos de ahí. No puedo negar que reniego cuando tengo que acudir a ella, especialmente si es de noche & llueve y tu, ya no estas conmigo, pero debo llegar al mar, ese que dejaste marcado con tus huellas de barquitos de papel, de alguna forma que todavía no entiendo en medio de la rutina de extrañarte a rabiar.

viernes, diciembre 12, 2014