sábado, marzo 30, 2013

Niña en pijamas

Le duele todo el cuerpo, y aún cuando entra de nuevo a ese cuarto donde ha sido de tantos hombres y donde el hedor a sudores añejos toman el aire de un colchón que apesta, su mente está en otra parte.

Por hoy la jornada ha terminado, y no queda más que dormir. Muchas otras de sus compañeras aprendieron desde temprana edad a drogarse para evitar sentir ese infierno de ser penetradas una y otra vez, el semen caliente en la entrepierna, la boca, la cara; el olor a alcohol, a mierda a trabajo y a tierra de los clientes; pero ella en cambio prefiere solo abstraerse y recordar su sonrisa, ese cabello que la vuelve loca, esa caray esas manos que la hacen deshacerse en amor, y que la mierda de vida que lleva valga la pena.

Ya no hay asco en su cara o paladar cuando debe complacer con sexo oral algún hombre, es solo un movimiento mecánico, y no lo disimula con alcohol como las otras, simplemente imagina que está afuera en el parque, correteando y riendo con él, quién finalmente se deja atrapar solo para que ella lo abrace y lo bese.

Le duele todo el cuerpo y son solo 18 años los que lleva encima, tres de infierno, aunque el resto de su vida tampoco fue nunca placentera; aprendió muy chica que el sexo es una desgracia cotidiana en su vida, cada vez que un hombre se interesa en ella; primero fue su padre y luego sus hermanos mayores; pero a ella no le importa; tiene el oso de peluche impregnado con su olor para abrazarlo mientras duerme; no importa que sus 18 años pesen como si fueran 50, no importa que su cuerpo sea ya un harapo, que su vida sea una mierda, que no quede alma ni esperanza, porque nada importa y el sol vuelve a brillar cada lunes, y hoy es domingo por la noche.
Mañana al fin lo podrá ver, por que los lunes son el día en que la madame de la casa la deja salir con su hijito, entonces puede bañarse con él, mudarlo lindo, salir de esa maldita casa hedionda a sexo y vida, y ser niña otra vez, y por eso ella no tiene pesadillas en las noches como las otras, ella tiene sueños, sueños hermosos mientras usa una pijamita de punto que la hace ver tan niña como es, y sonríe mientras abraza al oso que huele a él, por que sueña y sueña maravillas, sueña porque para pesadillas, ya tiene el resto de los días.

sábado, marzo 23, 2013

Ya viene la noche, lo más probable es que muera.



Vienen llegando silenciosos, caminando lento, como cuando se sabe que ya está hecho.
Ninguno lo piensa demasiado, todos saben que han llegado, que me rodean, que tampoco intentaré huir. Entonces aparecen rompiendo las paredes de la oscuridad, el silencio de la noche, la oscuridad repentina que deja de serlo.
Vienen de la muerte para llevarme, con sus manos largas y frías como sombras de la noche, con sus ojos vacios como el espacio de lo que deja de existir, con la severidad de la mirada fija de un muerto que ya no mira; y aun así son afables, considerados, se quedan sombras escondidas en la noche, en las sombras, en los silencios, en las soledades simplemente invitándome a la muerte, a irme con ellos.
Pero no vienen solos, y no los desconozco, nunca una sombra en la oscuridad o un silencio callado será desconocido; no cuando vienen con sus recuerdos,  hojas secas en libros, palabras susurradas al oído, el toque en un brazo y el frio en el espinazo del dedo de una chica; estos son mis muertos, mis vacíos de tiempo, de espacio, de sentimiento. Finalmente me llevan al regazo de la muerte, donde dormiré hasta el nuevo amanecer.
Un día, toda la gente que alguna vez me conoció estará muerta, y entonces seré nada, quizás alguna voz lejana alguna vez hable de mí y me haga reaccionar somnoliento en el silencio, y yo seré un fantasma de muchos de los que viene atrás en la hora de  los muertos, y quizás me encuentres dormitando en alguna esquina o en alguna habitación y no me des importancia, de todas formas un fantasma es una simple energía condenada a repetirse una y otra vez, un eco atrapado que resuena sin poder escapar, es el viento que entra desprevenido y mueve una cortina, soy yo sentado en esta mesa mirándote desde la oscuridad rogándote sin decirte nada que me olvides!, es cualquier cosa que se mueve en la noche intempestivamente, una sombra que parece mirarte desde la otra habitación, la figura en la oscuridad de un suéter colgado en un perchero, el grifo de agua que gotea, la mano invisible que limpia la lágrima en tu mejilla cuando finalmente te duermes.
Vienen por mí de la muerte mis muertos, vienen a llevarme finalmente tan fantasma como ellos, vienen lentos y decididos a llevarme a la muerte mientras tú te quedas en la misma mesa que yo, con una carta y una cartera que usas de pastillero, esperando que desaparezcan las sombras de la hora de los muertos, haciéndote fantasma, llevándome al olvido.