jueves, marzo 24, 2011

Twitter & el síndrome de la página en blanco.

Dos twitteros-blogueros bloqueados,  un lunes de lavado de ropa en la noche, hablando de la carencia de musa y talento: (cyber ejercicio literario)
@mesalina -vieras el estado de coma profundo en el que está la musa.  Ya no puedo (aveces ni quiero) ni con "mi mamá me mima"

-estamos igual, las ganas (aveces ausentes) están ahi (o no), pero por ningún lado aparece el talento, las palabras se me quedan en los dedos y se hacen uñeros. 

-maldito sindrome de la página en blanco! nos vuelve esteriles noctámbulos que deambulan las noches que eran de escritura.

@mesalina -Sí, una aridez literaria inhóspita.

-y no llueve y no llueve, mientras tanto el piso del que despegan nuestros textos se resquebraja de seco y nos llenamos de polvo.

@mesalina -Mascullando versos infecundos sin nombre propio, que se vuelven sed en esta nada gigante de morir sin testamento.

-y se agrieta la piel del alma deshidratada, llena de pliegues de palabras no dichas acumuladas en los poros tapados de sequedad. 

@mesalina -Se nos llena de escombro la piel y se nos adhiere esa capa de materia sin forma, próceres de un silencio sin letras que lo nombre.

-he pensado seriamente hacer alguna locura para que al menos otros (tú, tal vez) tengan sobre que escribir y  así volver a la literatura (aunque sea) como personaje.

@mesalina -vos sos la causa y el efecto de este experimento...


Gracias amiga por este capricho salido de la nada & el aburrimiento, por este lujo en secuencias de140 caractéres que hoy es texto en esta página página en blanco que juntos derrotamos.

Deshora.

@melasila: Mile Mora A.

sábado, marzo 19, 2011

Ahora. (amantes)

Y seguimos aqui, llenos de besos añejos y en los últimos tiempos ausentes, de tanta costumbre, hacemos el amor una vez más, y yo soy el mismo pero más viejo, cada vez más hecho para ti; te beso tal y como al final de todos estos años me has enseñado a besarte, me besas y me tocas tal y como tus manos aprendieron a hacerlo con el tiempo, me miras como sabes que me volverás loco, te entregas exactamente como entiendes que quiero que lo hagas. 
No importa que hayan sido tantas veces ya, es mejor así, hacemos el amor como adolescentes a pesar de los años, de las victorias y las derrotas, como celebración, como ánimo para seguir, nos amamos por que decidimos hace tiempo emprender este viaje juntos y solos, nuestro, cluster one.
Solo quiero más tiempo, tiempo sin morfina y sin muerte para seguirte amando, tiempo sin adioses y reclamos de lo que no fue, por que aunque nos amamos hoy, tenemos demasiados pendientes, pero nos tenemos a nosotros tal como nos lo prometimos hace tiempo, cuando jóvenes este hoy era solo una promesa, un anhelo, un susurro en el ruido jubiloso del presente.
El tiempo pasa por que eso es lo que hace el tiempo, y hacemos el amor por que así nos lo prometimos, por que aún nos buscamos a deshora en nuestros cuerpos, tratando de despertar a los durmientes de un mar de Orión lejano que se sueñan humanos en el sexo, este sexo que hoy  nos dice que ha pasado mucho, demasiado y poco; gimes y gimo y gritas y muerdo mis labios, ahora que finalmente nos queremos como víveres que buscan a su hambre, ahora que soy lo que no era, ahora que tengo un alma que no tenía, que ya no soy el jóven que te enamoró ni eres la diosa que me hizo suyo hasta hoy; serán los dioses ocultos, en cada centímetro de tu piel besado por mis labios que rezan tu nombre como una religión, que escribe este cuento que no sabía que hoy te amo tanto y como nunca.

A mi Reina de Ebano.

sábado, marzo 12, 2011

Tres meses de Arsenio por Marco Cañizales


Tenía la radiografía de su cráneo en la mano, una mancha negra lo miraba de frente y asesinaba el cliché, "ser o no ser", ya no era un dilema; la pregunta urgente era cuando dejar de ser.

Le quedan tres meses, don Arsenio, tres meses. Le recomiendo retirarse a su casa y procurar pasar tiempo con ellos, su familia, a ellos también les costará hacerse a la idea. La verdad ya no recomiendo ningún tratamiento don Arsenio, no vale la pena, lo maltrataríamos mucho y sin resultado alguno. Estos casos siempre...

El galeno seguía hablando y los tres meses se desgastaban en segundos de charlas terapéuticas sobre aceptación de la muerte. Los médicos habían descubierto también como asesinar a la incertidumbre, saber el tiempo exacto de vida no era una ganga. Repartir abrazos y te quieros antes de la fecha de expiración no le parecía una misericordia tal como se lo planteaba el médico. Las intermitencias de la muerte, el cáncer no le borraba los recuerdos de los libro leídos y sentía como si Saramago regresase de ultratumba para entregarle su prolijo y benévolo sobre color violeta, él quería rechazarlo pero la muerte ya lo había marcado, tenía el sobre en la mano y la carta era una radiografía de su cráneo con una mancha negra mirándolo de frente.
Lo siento mucho don Arsenio, de verdad. Hay grupos que pueden ayudarle, pero lo que más le recomiendo es estar con los suyos. Si siempre quiso hacer algo, hágalo ahora.

Arsenio salió caminando, contrario a su costumbre no tomó el taxi, tenía tres meses para llegar a casa y estallar en te quiero y muerte frente a su esposa en el momento justo, pensaba en formas de ahorrarle el dolor y las lágrimas innecesarias. Si muriera de un tirón ya la pobre lo lloraría bastante. ¿Servirá de algo este pre-llanto? Inevitablemente, la muerte no llegó en el camino a casa; empujó la puerta con la plena certeza de que tras de ella se ocultaba un Arsenio infantil y lleno de vida que poco a poco era aplastado con chirriar de la madera. La puerta pesaba como un ataúd y al abrirla dejó de par en par el alma para que llorara su propia pena. Este, este era el privilegio de saber con anticipación sobre su muerte, asistir a su velorio, ensayar su esquela en alguna servilleta. Practica la pose para la caja. Estaba cansado de la caminata, sintió sueño y rabia, cómo podía dormir estando a punto de morir, con tan poco tiempo y tantos meses de vida a su haber.

Su esposa andaba en el mandado y la casa estaba vacía, terminó de secarse las lágrimas. Los tres meses se le desgastaban en una ansiedad que infinitamente parecía llevarlo al punto finito de su vida. Se recostó en el sofá mirando la jardinera llena de violetas que su esposa tanto cuidaba. Poco a poco se fue durmiendo sin dejar de repetirse "el sueño es hermano de la muerte."Despertó maldiciendo a Virgilio, por qué demonios tenía que saber tanto, había muerto durante unos minutos en el sofá y desperdiciado la vida que le quedaba.
- Te traje papaya porque el médico dijo que tenías que comer más frutas. Vieras que caro está todo, por eso me gusta más ir a la feria, así no se puede.

Era hermosa, cierto que estaba recorrida por cientos de arrugas dibujadas sobre ella como ríos de tiempo que la llevaban al mar de la muerte, pero la de ella era aún más lejana, de ahogarse preferiría ahogarse en esa mujer y no en la muerte. No tenía sentido decírselo, había comprado papaya para él porque el doctor, porque le hace bueno y cómo quitarle ese gusto de estarlo cuidando y dándole más vida, como mirarla a los ojitos y decirle que la papaya ya no sirve, que me estoy muriendo, y cierto que vos también, pero al menos vos me acompañarás a morir a mí pero yo a vos no.
Perdoná, pero te toca morir solita, mi amor. Sí, yo sé, siempre pensé que sería distinto. Pero te acordás de Saramago, ¿sí?, él también murió y yo pensaba que no se iba a morir... fijáte que sí, me llegó mi sobrecito morado, no yo sé, no me entendés, es que vos no leíste el libro. Pero acá tengo la carta, es una foto mía donde ya salgo blancuzco como la muerte excepto por esa manchita que es un disparo de cáncer y que fue el que me mató. No mirá, no llorés, yo sé que los chiquillos no te van a dejar solita y te aseguro que arreglo la ducha antes de morirme, ya sé que me lo has dicho mucho, pero te juro que no me muero sin dejarte con el agua caliente. No, mejor no decirle.
- Sí, que rica la papaya, Amanda.

En la noche abrió la jaula y dejó volar los cientos de libros, las enciclopedias son para Matías, ahorita entra a la escuela el chiquillo y seguro las va a ocupar, aunque me ha dicho Santiago que no, que ahora los chiquillos tienen internet y ya no ocupan las enciclopedias.

Por autor fue destinando los libros a distintas personas, era su herencia, su despedida, aunque Amanda pensaba que era un sueño realizado de tener más espacio con menos libros en la casa, que qué cansado, me étenés loca con tanto libro. Si salís no me vengas con más libros que ya no tenemos campo, mirá que vamos a tener que hacer otra casa. Liberaba a los libros, los dejaba volar y el cliché también se reprimía porque los libros no regresarían, y si regresasen se toparían con un Arsenio caducado y con su escaso pelo engominado, vestido de traje y con los ojos cerrados, sin poder leer.

Benedetti, también muerto, para Carmen; Amanda siempre me celó con Carmen, creo que en realidad nunca se llevaron pero aprendieron a disimularlo para mí. A Carmen le encantaba Benedetti.
No estaba seguro del destino de Umberto Eco, el Nombre de la Rosa tendría un público más amplio pero que sería del resto de libros si el Péndulo de Foucault no lo podía leer cualquiera. Saramago fijo es para Evelyn, no le voy a dar las intermitencias, capaz que le dicen que tiene cáncer y se imagina sobrecitos morados, violeta dice el libro, la memoria traiciona y termina uno por tropicalizar la literatura. Ser o no ser, esa es la vaina.
Tenía certeza de que Macondo se trasladaría a vivir a la repisa de Gustavo y las obras completas de Miguel Hernandez se embarcarían al Sur hasta llegar al Chaco, Hacienda el Instante, Maria del Carmen Rodríguez. Ella abriría el sobre sin remitente y estaría segura de que yo era quien se lo mandaba, que había muerto. Se encerraría en el cuarto del fonddo y le pediría a Serrat desentrañar la canción "quiero apartar la tierra con mis manos"
Siguió apartando los libros con las manos propias, no las de Serrat, y apartó a Cohelo en una esquina, no sin sentir vergüenza, se preguntó sinceramente qué hacían esos libros ahí, la verdad tenía que ser ese espíritu que le impedía botar libros. Esos, sin embargo, no quería regalarlos a nadie, era una forma de admitir que alguna vez estuvieron en su biblioteca. ¡Qué pena!

Salieron también libros varios, "best sellers" multicolor siempre con el sellito dorado y así en inglés para que se entienda que el "marketing" es cosa de gringos, no vengan ustedes los latinos a creer que lo inventaron ustedes, en todo caso lo que inventan y hacen grandioso terminamos convirtiéndolo en Best Seller y eliminamos la magia con las letritas doradas que en la portada catalogan la materia mágica en material de merchandising y tienda por departamentos. Justo a la par de los libros un rótulo para Shampoo y termina Neruda por estar a la par de tarjetas de San Valentín de Hallmark inc. Detrás de Gabo hay siempre un anaquel con coca-colas y otros jarabes para la tos.

Se le estaban yendo los días en clasificar sus libros por autor, por importancia y por herederos, pudo comprobar que los libros más gustados y de mayor renombre terminaban en las manos de los seres más queridos. Se sentaba en el piso con sus pilas de libros quienes en un ritual se despedían de él emanando aromas de tintas guardadas, de hojas enmohecidas y alguna que otra lágrima estrujada entre dos páginas, disecándose, para entregarla a alguna amada tiempo después, con el inconveniente de que las lágrimas son difíciles de reubicar y a veces al releer el mismo párrafo no se encontraba la lágrima extraviada.
Amanda era sin duda la más amada, a ella le correspondían por tanto todos los libros, pero bien sabía
él que a su muerte ella los espantaría con su escoba como a murciélagos invasores, tanto libro, tanta página, tanto Arsenio duplicado en tanto papel.
Los poemas suelen ser papel mojado, pero es que si se es lo que se lee, Arsenio era esos libros, tan distintos, tan absolutamente equidistantes unos de otros, él era tanta letra regada por la sala en pilas que iba amontonando y liberando de los estantes, él era ahora la ere, ahora la a, más tarde sería de día cuando leyera "el despertar de Mercurio".

Arsenio era sus libros y comenzó releérselos todos para estar seguro de su herencia. Llevaba meses ahí, barbudo y larguilucho. Meses siendo esas letras, letra muerta se reía él instintivamente, letra muerta. Amanda lo abandonó, en algún momento se pudo leer en este texto que Amanda murió, pero a Arsenio le dolió mucho leerlo y tachó el libro para escribir que Amanda se mudó. Arsenio seguía vivo en esa casa llena de libros, los libros se acercaban volando atraídos por la leyenda de un hombre que a punto de morir se puso a leer todos sus libros. Entre los libros que se colaron venía éste, con la historia de la muerte nunca concluida de Arsenio, incluía el libro la muerte de Amanda, pero era una errata, un error editorial, Arsenio supuso que Amanda estaría detrás de alguna de las columnas de libros y que él llevaba tan solo algunas horas de estar clasificando los libros para heredarlos a su muerte.

Marco Cañizales

domingo, marzo 06, 2011

Para masturbarse higiénicamente...

Amalia es la única mujer con la que tengo contacto directo; ella me cuida, ella se preocupa por mi mas allá de sus necesidades propias que son muchas. Mi hermana, se casó con un vividor, un tipo que además de robarle sus sueños y su juventud, la lleno de hijos y de deudas, y a pesar de ello, ella siempre se ocupa de mi, de si tengo comida, de si pagué la renta, de si me tome mis medicamentos, de si estoy vivo.

Mi abuelo era un malnacido, mis padres, demasiado ocupados en sus carreras y la apariencia de nuestra familia ante el vecindario, se dedicaron a trabajar y en tres descuidos nos tuvieron a Amalia, a mi hermano y a mi, por desgracia demasiado pasivos y retraídos como para reaccionar, para hablar, para sacudirnos.

Mi abuelo siempre nos hacía rezar el rosario por las tardes, a pesar de su pasado como militar creía en un dios liberal, racista y homófobo, que además de todo permitía que tres de sus creaciones mas débiles pasáramos por todo el martirio que era tenerlo a cargo de nuestra crianza y cuidado.

Crecimos por obra y milagro de ese maldito dios que jamás entendí, pero que me tortura con una moral estrecha y posesiva; represora, causante de infelicidad y miedos extremos que desencadenaron esta serie de fobias que hacen al Dr. Morales medicarme y a mi hermana pagarle $200 al mes.

Mi hermano Daniel tendía acaso 8 años y yo 7 cuando mi abuelo; maldito desgraciado; después de rezar el rosario cada tarde empezó a violar a Amalia, quien a sus 12 se mostraba como una bella jovencita que había desarrollado demasiado pronto; cosa que a mis padres enorgullecía para decirle a todos lo hermosa jovencita que era, y lo guapa que era; parecida a mamá; lo peor era que el desgraciado nos obligaba a verlo, Amalia que había aprendido a escapar en sí misma ya no lloraba como las primeras veces, mientras Daniel y yo, petrificados de estupor y asco, nos tragabamos la impotencia amarga como la hiel, luego el señor este nos proveía de fajasos y amenazas irrecordables para que no habláramos, cosa que aprendimos bien y mejor, ya que nunca ninguno de los tres se atrevió a hablarlo ni siquiera entre nosotros.

Lo mató un policía; el incidente aún me es confuso y los motivos de el mismo se me entremezclan entre alivio y rabia en una nebulosa que el Dr. Morales aún trata de esclarecer, sé que el señor solía exasperarse de mas en temas políticos y que un altercado con un vecino llevo a la policía a mi casa ese día, parece que en realidad no hubo una razón reglamentaria de parte de mi abuelo como para que el policía disparara, pero lo hizo; lo mató sin que el malparido confesará lo que nos había hecho; ese es el problema de las revoluciones y los dictadores siempre quedan demasiados rencores resagados y solapados, por eso creo que en Cuba hacen bien; políticamente hablando; encarcelando y ejecutando a los disidentes; víctimas y victimarios nunca aprenden a vivir en paz después, cuando la vida sigue.
Cuando finalmente a mis 18 años me decidí a buscar a aquel policía para agradecerle haber matado al degenerado, este me relato como el maldito los hacía rezar en la detención el rosario antes de violar a sus mujeres, a sus niñas, a sus hermanas mientras los obligaba a ver, para luego aplicarles la picana sin misericordia alguna.

Creo que mi hermano Daniel hizo bien al suicidarse durante la adolescencia; hubiera sido bueno para los tres haber muerto a seguir nuestras vidas con tanto secreto doloroso y cómplice en nuestra conciencia; de todas formas nuestros padres siguieron sus vidas tan tranquilos y lejanos como siempre, mientras nuestra abuela nos hablaba cada tarde después de el rosario de el maravilloso hombre que en vida fue nuestro abuelo, y de como siempre tuvo razón de odiar a esos malditos comunistas de mierda. Ya para entonces, mis psicopatías me hacían indiferente a colores y banderas políticas.

Las niñas nunca deben oler a semen, ni sentir a un degenerado restregarle los genitales en un tumulto, oír palabras sexuales o ver a un masturbador en un autobús, por Cristo que nada de eso será bien visto por dios, yo no soy un degenerado de esos.
No me gusta que en las manos me quede semen cuando me masturbo, limpiarlo con papel higiénico y luego lavarse no basta, igual el respeto por el objeto de tal perversión al menos debe ser tomado en cuenta, y en mí a lo largo de estos años perfeccionado se ha convertido en un ritual, un método; cada tarde, justo antes de que Amalia llegue a visitame; no puede faltar ningún implemento, se debe hacer en el lugar y momento adecuado, a solas preferiblemente, sin que nadie vea algo que hasta el mismo dios pasa por alto ver por razones salubres; pero yo sé que sucede, en mi conciencia queda, por eso además de los guantes, el preservativo, el jabón, el desinfectante y la crema, no obvio el rosario, la biblia y el látigo de autoflagelación para expiar la culpa que me atormenta tras mi desenfreno, no olvido lavarme copiosamente las manos hasta que la sangre me indica que estoy limpio; si tan solo la sangre en mi espalda me indicara que mi conciencia esta tal limpia como mis manos!, pero ni el ardor que me ocasiona el lavado genital me libra; tener presente aún en mi conciencia el objeto de mi perversión cuando ya Amalia ha llegado! Perdoname dios por no dejar de desearla, por no olvidar a la niña que ocupa mi mente mientras me masturbo; mientras ella me cuida en mi mente la hago mía sin que lo sepa; ya ha sufrido suficiente y jamás lo sabrá, y solo en mi mente sigo repitiendo su nombre: Amalia.