jueves, septiembre 10, 2009

Cerrado por derribo.

Me retiro gente, vuelvo al silencio; aunque sea solo temporalmente; será una pausa corta en realidad; necesito espacio donde ir a lamerme las heridas, muy pronto estaré de vuelta, cuando haya pasado esta hora oscura. (mantengan el feed)
Amigos, no pasa nada, por suerte todo marcha bien, dentro de lo normal, pero aveces necesitamos un respiro, un alto en el camino, seguire por aqui, me reinventaré, programaré nuevas prioridades, y estaré de vuelta, como yo o como otro, pero siempre yo.
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Deshora.

lunes, septiembre 07, 2009

Muñeca.

-Qué hermosa muñeca han dejado tirada aquí- Pensó Don Gilberto al descubrir el cuerpo aún tibio de la apenas hace un año adolescente en medio de la basura sin recoger de el parque frente al instituto de seguros, tan pequeña y joven, tan inocente, tan llena de sangre, de sudor y de los jugos de las bolsas que se mezclaba con el agua de la lluvia de la reciente madrugada –Quién pudo haberla dejado olvidada?! Se pregunto irónica e inocentemente.Mas no reparo en mas cuestionamientos, con su carretillo y sus 70 años a cuestas tenía fuerzas aún con su miseria de dedicarse a recoger de la basura todo aquello que él pensaba podía servirle y que otros habían desechado, así que tomo cariñosa y cuidadosamente aquel cuerpo frágil e inerte y lo acomodo sin problemas en su carruaje oxidado y dispuso volver a casa con el tesoro encontrado.De los pocos que lo vieron camino a el oeste de la capital, hasta el puente bajo el que vivía, ninguno puso atención a su carga, ni al viejo decrépito e indigente que era paisaje habitual para quienes a esas tempranas horas se apuraban por llegar a sus destinos. San José aún dormitaba, y su conciencia era escasa a las seis de la mañana.-Esa ropa de putita no es digna de una muñeca como tu- le decía a el cadáver mientras lo desvestía y lavaba con el agua de el río en su tugurio de latas bajo el puente, la vistió cuidadosamente con un vestido a cuadros atrapado en le tiempo, milagrosamente bien guardado, milagrosamente entero, le arreglo la cara, el cabello, abrió campo en su destartalada cama en medio de todas las muñecas plásticas y la acomodo semi-sentada junto a las otras, obviando el olor a sexo añejo y desgarrador, se alejo hasta la puerta de plástico y sonrió mientras admiraba su colección hermosa; de todas formas en aquella miseria el olor era algo que no importaba. –Nos vemos en la noche muñecas!- dijo mientras tomaba su carretillo con rumbo a los basureros de San José. La Muñeca de carne dibujaba una sonrisa extraña que él le dibujo en la cara, finalmente alguien la veía como un tesoro, como una muñeca, a pesar de su muerte, aunque esa noche tuviese que resistir las caricias mal sanas del anciano.