sábado, noviembre 28, 2009

Breve baile nocturno.


Te fui a ver mientras dormías, luego me escondí en el rincón de siempre, entre las rendijas de el piso, entre la ropa de el closet, en la sombra de la cortina.
Morías plácidamente a pesar de que con tus manos sostenías tu vientre infértil, cocinado por los medicamentos, el sudor de tu frente me asustaba más que mi propia muerte; impredecible te levantabas de tu cuerpo, bailabas al son de mi silencio, jugabas con tu cabello, danzabas una canción invisible, pasos sin sonido, me volvías a ver tratando de sacarme de mi letargo, de mi rutina, mi timidez, extendiendo tu mano me invitabas a subir a la cama, bailabas menguante; en varios tiempos; me invitabas en futuro perfecto, presente retórico y pasado progresivo, conforme tu sonrisa suicida se me hacía mas clara, comencé a mostrarme en el espacio vacio entre la cama y la pared, levantándome, sonriéndote, dejándome seducir por tu misterio, tu muerte que me busca, como si en la multitud de los vivos te estorbará el cuerpo para buscarme, pero tu no sabes tanto como crees, y mientras me tomas de la mano para subirme a bailar contigo, me proyecto y hago caer la caja de música de la cabecera de la cama, y estalla en mil pedazos, escuchas entonces la pregunta preocupada de el cuarto contiguo, los pasos presurosos que vienen por el pasillo, retengo mi sonrisa en los labios apretados, aún no sé si más bien una mueca de llanto, me miras molesta sin soltarme y desilusionada ves abrirse la puerta, con tu madre que enciende la luz, ve tu cuerpo y las pastillas; me miras sin decir palabra, ya no bailas; hoy no mi amor te lo ruego; vuelvo a la reendija de la perilla en la puerta, tú te acuestas sobre ti mientras me lanzas una última mirada, tu madre llama al 911 y te hace vomitar para devolverte el alma al cuerpo.

miércoles, noviembre 18, 2009

Mujer que llora.


Esta historia empieza con una mujer que llora, su llanto es como un gemido, el aire le sale por la boca y la nariz, jadea, mueve la cortina de la puerta y asusta al niño que entre-duerme.
Sigue con un sobresalto, y un ruido a la espalda, un frio en el espinazo y los ojos de un pequeño que abiertos todos vuelven a ver lo que cae en la noche, lo que vio como sombras rondar mientras oscurecía, y que había golpeado su puerta, y sigue, con esa sombra de madre que entre el llanto desesperado manda a que duerma, mientras habla con una sombra a oscuras en la puerta, que le confirma que la muerte goteo sobre su casa esa noche, y ahí le deja esa hija muerta, se alejan las luces de los mensajeros, rojas y azules dando vueltas.
Una tía lo cuida la madrugada, pero una ausencia se hace grande, a veces los demonios bajan de el cielo a llevarse a alguien, monstros grandes, como explico la maestra de catecismo en la escuela; son demonios, por que en cambio los ángeles son buenos y cuidan a las hermanas, no se las llevan, no dejan ausencias y dolor.
Para él las nubes ya no serán las mismas que tenían formas de animales cuando jugaba con él su hermana; son bellas pero le asustan, él sabe que la mañana de esa noche algo rondaba el cielo y vino por ella.
Esta historia sigue con una hermana muerta en una caja, aterrorizada y enojada, como cualquier joven al que le arrebatan la vida; él demasiado niño para entender, la trascendencia y lo terrible de el camino cuando dejen allí ese cuerpo.
Le enseñan una hermana igualita a la de él, que no habla, no ríe, no juega y no entiende, es hora de que esa extraña sensación como de miedo y frío que siente desde que lo despertó su madre llorando en la cortina tome forma, el hueco y la soledad de esa ausencia que se sienten raro, todos lloran más fuerte, las muestras de dolor se vuelven más duras, los adioses más gritos, lágrimas que parecen infinitas, y sigue con un unas poleas que la van bajando, y tiran rosas, y entonces el niño al fin pregunta, y nada mas lo abrazan pero no responden.
Esta historia sigue con la casa en silencio, y una mujer que llora, sentada sobre la cama de la muchacha con una mortaja abrazada; llora, desconsolada, y termina con un niño que extraña a su hermana, que no entiende todavía lo que pasa, y que todos tengan los ojos rojos, la casa llena de gente, que lo quiten de la cortina de la puerta donde llora su madre, y lo manden a jugar, él no la esta viendo a ella, ve a su hermana que sonriendo y cómplice con un dedo en los labios y viéndolo le pide silencio, mientras abraza por la espalda a la madre que se extrémese, y vuelve a ver, pero no hay nadie.
*imagen tomada de la película "peur du noir"

lunes, noviembre 09, 2009

Fundación de la tristeza I


Cómo vienes hoy como si nada a preguntarme si quiero que estés conmigo? sabes que solo le dije adiós a la soledad por que apareciste en mi vida, por que un amanecer me descubrió desnuda en tu cama, justo la cama donde aprendí a ser mujer, en esta misma habitación donde de rodillas me enseñaste a ser tu puta.
Nos enseñamos mutuamente a hablar mas allá de tus escritores y de mis pintores, yo descubrí la música previa a Nirvana justo por ti, y tu empezaste a valorar el grounge a la vez que aprendías a hacerme el amor, en donde tocarme para pararme la respiración; a que hacerme para que luego yo satisficiera todos tus antojos sexuales, aprendimos a ser el uno para el otro, y a la vez ser tan distintos que éramos infaltables para completar la ecuación en la situación que fuera.
Me enseñaste a guardar para el futuro, te enseñe a vivir el día a día, nos enseñamos a dormir abrazados y desnudos sin tocarnos, a pasar todo un día sin hablar, solo con besos; y aprendimos de a poco que el miedo es la ausencia; y luego el miedo se vino a vivir con nosotros; maldita sea!
Me enseñaste que cada adiós debe valorarse como el último, a besar con los ojos cerrados y la boca abierta, y el alma hecha pedazos por el miedo, como si esto fuera una premonición de el hoy futuro de aquellos días, yo te enseñe a no preocuparnos tanto por eso, por que ayer era intangible y abstracto este hoy donde no te tengo, y sin embargo a solas en tu cama converso contigo; te enseñe a no preocuparte mientras yo me preocupaba por que hoy podía llegar algún día y finalmente así fue.
Como putas vienes hoy a preguntarme que si quiero dormirme mientras me hablas de tus tesis a partir de lo que leíste; si me enseñaste que las canciones de cuna pueden tener mas temáticas que la de el coco, y yo te enseñe que las musas dormidas inspiran mas cuentos y chistes malos de náufragos como este que hoy le cuento a tu ausencia y a tu espacio vacío en la cama; que los que una musa despierta hablando de jabones y chismes podría inspirar?
Y es que justamente dormí, o al menos parecía estar dormida los meses siguientes a tu muerte, y era el coco el que se acostaba en mi cama, el que caminaba por las noches por la casa hasta que reconocí tu sombra y tus pasos en esta sombra que hoy se sienta frente a la ventana y fuma mientras escribe y yo finjo dormir; eras tu mi amigo, eras tú amante; eras tú; cómplice de mi locura; comandante de mi parte de adelante.
Y vienes hoy justamente en tu día a preguntarme si te quiero; y me enojo y te ignoró y hago una rabieta, por que vienes justamente a preguntarme si quiero que te vayas o te quedes cuando es por ti y tu quien me enseño a hablar a solas con tu fantasma, a fundar la tristeza, a esperarte cada noche despierta, a pesar de que te enterré hace ya tantos años y la vida paso al lado, sin meterse con mi soledad, con mi nostalgia, con mi muerte, por que nunca más hubo nadie que me enseñara ni intenciones de mi parte de aprender nada, simplemente por que me pase los días esperando que tu silencio en silencio gritaras conforme el mundo se callaba, y vinieras a mi cada noche a fumar y escribir mientras yo finjo dormir, y hoy me sales justo preguntando estas cosas, que desde un tiempo para acá; desde que decidí morirme y fundar la tristeza, ya no recuerdo, y además no me importan.

lunes, noviembre 02, 2009

Los sueños no se llevan con el tráfico


Quizás no fue el dolor de cabeza de la resaca de el día anterior, ni el infierno en el cielo de su boca, quizás tal vez solo lo hizo para descansar el cuello echándolo hacía atrás, aprovechar el sol y la brisa de esa mañana en la plaza, parado allí en medio de las palomas y los niños que corrían, con la cara hacía el cielo; los ojos cerrados; solo por que necesitaba levantar la mirada del teléfono 3G, de la laptop, y principalmente del suelo, quizás nada mas necesitaba respirar otro aire, mirar hacía arriba.
No pensaba en nada; ni en la chica que sentada en el parque con los pies cruzados y leyendo un libro, le recordó a Susana; aquella prodigiosa loca que le enamoro en pocos días con su bohemia y amor profundo por el teatro de la plaza; razón misma por la que no estaban juntos; por que los sueños no se llevan bien con el tráfico.

Diego, uno de los vendedores que fotografía niños mientras estos juegan con las palomas; siempre atento de las personas que llegaban a la plaza para ofrecerles sus servicios, fue el primero en notar a José, parado allí, inmóvil, recibiendo el sol en la cara, mirando el cielo, sin poder evitar seguir con su mirada el punto en el que a José se le perdía la suya, dejo un momento el trajín de la plaza, se perdió bajo la misma sensación que le invadía y en ese instante, alcanzado por la nada, por ese descanso dominical, quedo tan solo que no importaba.

-Cuanto por las semillas y la foto?-le pregunto Patricia; mientras su hijo le jalaba de la enagua; Diego apenas respondió; -mil por la instantánea- y absorto, le obligo a ponerle atención, y al percatarse de sus ojos y su miraba perdida hacia arriba, tomo de la mano con fuerza a su niño y tras los diez años de ausencia que le cayeron encima; volcó su mirada siguiendo paso a paso la estela de los recuerdos de el fotógrafo que se perdían hacia arriba, y recordó a su padre el día que le dijo que tenía cáncer, había escogido la cima de ese volcán donde las televisoras tienen sus repetidoras para decírselo, y tenía la misma mirada que ahora su ausente interlocutor poseía, y quedo perdida en sus recuerdos mirando hacia el mismo lugar, sin razón aparente, poseída por la soledad de ese instante.

Y como cualquier efecto domino, pronto aparecieron los curiosos, y la gente empezó a amontonarse, poco a poco el ánimo de la plaza fue bajando, y el zumbido bullicioso se volvió, murmullo, y entre la multitud aparecieron los especuladores, y distintas teorías de lo que sucedía; no falto quien hablara de ovnis, los que vieron a alguna virgen en una nube o quienes juraban que el sol danzaba de forma extraña; los menos supersticiosos hablaron de un satélite, otros de un suicida en la azotea de el edificio gubernamental, e incluso llegaron algunos noticieros, y cuando buscaron a José para preguntarle lo que miraba, ya nadie lo reconoció más, y la multitud, y hasta la chica que minutos antes leía, habíase abandonado; incluso ella la lectura; para buscar esa señal en el cielo que explicara por que el mundo parecía haberse detenido en ese instante y todos estaban de pronto tan solos.

El tráfico se detuvo por las razones antes expuestas; las gentes de los carros y la de los comercios había salido a mirar al cielo ante la abrumadora impresión de la plaza en silencio y expectante, una extraña tristeza invadió a todos a la hora en que el sol se oculto tras una nube y la oscuridad enfrió el aire anunciando próxima la lluvia, y la gente se quedo allí parada, cada quién perdido en sus pensamientos, en sus recuerdos, en la nada, quizás muchos al igual que José solo necesitaban levantar la mirada, respirar un poco, estirar el cuello de avestruz enterrado en el suelo.
"A fin de cuentas los pies los tengo sobre la tierra", pensó el primero en volver a la realidad cuando una gota de agua golpeo su hombro, camino siempre mirando hacia arriba mientras se alejaba, no se percató de la cantidad de personas que subían el bulevar hacía la plaza, todos buscando una respuesta; 100 metros mas allá volvió a mirar como para cerciorarse de no haber omitido nada, pero solo vio como el cielo totalmente oscuro empezaba a dispersar a todos al garuar sobre sus frentes como anunció innegable de que el aguacero se asomaba y se dejaba caer sobre la plaza y la ciudad.

La gente empezó a correr en busca de refugio, en las tiendas, las paradas de buses, los restaurantes y las sodas, cuando el agua también espantó a las palomas que volaron hacía las cornisas del teatro a refugiarse, la plaza quedo de nuevo sola, y el agua limpiando cualquier desidia que en ella quedara, y disimulando las lágrimas de quienes se sintieron solos ante tanta soledad.

Una paloma cae muerta con la lluvia, y detrás de esta otra, y otra; de pronto llueven aves muertas! será la noche solitaria de este domingo cando pase la lluvia, testigo de los municipales que las recogerán, mientras una muchacha con una bolsa con residuos de maíz envenenado ríe y llora bajo la lluvia su soledad, satisfecha de librar al teatro, que ama tanto como a José, de las palomas cuyas cuitas tanto mal le hacen al corroerlo; ve caer palomas muertas y amoratadas como si fueran parte del aguacero que ha desbandado a la gente de la plaza justo antes de que cayera de las cornisas de el teatro la primer ave muerta; habría sido ese acto extraordinario el que esperaban y los sacaría de el letargo.

José indiferente busca un trago en un bar para aliviar la resaca de ayer, pierde sus ojos; quizás descansándolos de mirar hacía arriba; observando el final de la barra, y cruza la mirada con la chica que se sienta con las piernas cruzadas y lee, y entonces; de nuevo; recuerda a Susana.