sábado, mayo 31, 2008

Ultra sale a cenar.


Es mas extraño de lo que pude haber imaginado alguna vez, ver a mi amigo Ultra tirado en el piso y sacudiendo su cuerpo en espasmos sobre la sangre, y es que aunque uno no es una persona, bélica o violenta, logra con el tiempo apreciar a personas como él por el simple hecho de que tras la bestia salvaje e inconsciente, son amigos en grande y en toda circunstancias.
Es increíble que Ultra este allí tirado sin importarle la fama precedida, la gente arremolinada a su alrededor y la policía que se acerca a la lejanía, anunciada por las sirenas.
Y es que Emmanuel, su verdadero nombre, es de esos tipos duros y sin miedo que además son poco tolerantes, y que parecen ser justicieros de alguna extraña circunstancias circunscrita a su extrema intolerancia a todo lo que no sea para él correcto o equitativo. Si vos no te metes con Ultra, el no se va a meter contigo, aunque con su caracter "meterse" es un tema mas amplio que el increparlo directamente a él de cualquier forma, para molestarlo basta con tener alguna reacción exhibiccionista o mal intencionada con cualquiera que él considere, esta mal.
Se me hace casi imposible estar viéndolo ahí en el suelo, Ultra es el tipo de hombre calculador, que en una ovación, al verse rodeado en la barra de un bar, con sabiduría y desahogo quebró una botella llena de cerveza en la cabeza de uno de sus contrincantes, dado que este era mas grande que el otro, al cuál venció con facilidad hilarante, el mismo que tras una lesión en la rodilla y andando con muletas, no pudo evitar terminar en medio de terrible pleito contra cuatro tipos, que esa noche recibieron la paliza de sus vidas. "Las muletas ayudan a mantener una distancia respecto a los contrincantes" me dijo como quien esta hablando de el clima.
Esta noche no nos dirigíamos a ningún bar, solo íbamos a cenar, decidimos romper la rutina buscando la tranquilidad que con Ultra nunca se tenía, en la rotonda un tipo nos echa el carro encima y casi nos embiste, yo siempre defendiendo y preparando la huida, cuando Ultra salio a la calle a pesar de que ya podíamos pasar, supe que habría problemas, los tipos no se veían como gente normal, y efectivamente, cuando Ultra los increpo pateándoles el vehículo, apareció un arma, cosa que me hizo apresurarme a salir de el auto para calmar y llevarme a mi amigo, pero este presuroso trataba de sacar de el cuello y por la ventana al chofer, y entonces se oyó un disparo, algo confuso, de pronto nublado, yo corría, yo buscaba la seguridad, el auto se adelanto lo necesario para chocar al vehículo que con vía era golpeado en la rotonda, la gente dejaba su auto para empezar a reunirse a nuestro alrededor, el chofer de el vehículo y sus dos acompañantes caen sobre el asfalto deformados por los golpes y desarmados, por Ultra mismo, al mismo tiempo que cae arrodillado en el asfalto, llora, llora desesperadamente sobre mi, que tirado en media calle y a punto de morir me desangro, y me pregunto, como es posible ver a mi amigo Ultra en ese estado, llorando y abrazando mi yo moribundo como si tuviera sentimientos, mientras desnucaba a tres, rodeado por todos, sonriéndole a mi muerte y preguntándole por que lo esquiva a él.

miércoles, mayo 28, 2008

Antorcha blogger, Alejandro Trejos.



En la blogosfera uno hace amigos, que son realmente perdurables, para mi esposa y para mí Alejandro Trejos es uno de ellos, por supuesto que tambien su familia, y es un placer para mí pasar esta antorcha a un amigo, en cuyo blog podemos revivir su don de persona, su manera de ser gente, en cada palmo de su blog podemos leer ese privilegio q busca dones como la paz, la libertad, la conciencia, y claro! la polémica, por que en toda persona que tenga que ver con política habrá polémica, pero bueno ese es otro asunto. Para todos, invitados a conocer a un grande aún en sus horas mas oscuras, y a sus detractores igual, no juzguen a nadie sin conocerlo realmente!

Alejandro! la antorcha es tuya!

miércoles, mayo 21, 2008

Aprender a llorar.


“No puedes enseñarle a llorar a un hombre de 30 años” y sonrió desganada, con la mirada perdida hacía afuera a contra luz, como tantas tardes, y es que el ritual de la hora de visita era siempre el mismo, mirar el reloj, mirar a la cama, mirar por la ventana, la misma cara de mal dormir, de mal comer, entre resignación y rabia, pero calma, decaída.

“Es hora” se decía tranquilamente cuando el de seguridad aparecía en el pasillo, este sabía que no hacía falta decir nada, y nosotros que no hacía falta que lo hiciera.


Y es que con los días antecediéndose los unos a los otros dentro de el centro medico, la rutina fue educándonos, y de pronto nos encontramos de forma surrealista viviendo esa muerte pequeña y lenta que es vivir, esperando las horas de visita, uno dormita entre comidas insípidas y salones, sillas para espera y alguno que otro café de máquina.

Ella y yo hablábamos poco en esos días, y ya desde antes se venia dando dicha conducta, por lo que en realidad mas bien, tener a mi mujer allí ya era mucho, y no hacía falta hablar, no hacía falta a veces ni mirarnos, igual que como nunca fue necesario amarse, siquiera quererse, ya que desde siempre nos fuimos un buen negocio, y a pesar de que el amor no duro mas que el tiempo en que tardamos en volver a nuestros trabajos después de la boda, era bueno tener a mi mujer, riendo a contra luz y con desgano, la frase que le oí a algún poeta, o a algún desgraciado.


Las noticias buenas nunca parecían suficientes, las malas eran mas comunes y significaban estar mas al tanto de lo que ocurría, y la vi bella como nunca hablando con el médico cosas que no entendía, los veía mover la boca y no había ni una señal de lo hablado, su expresión siempre fue la misma, y yo mirando el reloj, la cama, la ventana, nunca me atreví a preguntar.

Nunca, nunca la vi llorar, y aunque cada vez los pronósticos pasaron de reservados a negativos, seguimos allí en nuestro ritual silencioso, reloj, cama, ventana, contraluz, sonrisa desganada, salón de espera, café mocca de la máquina, surrealista, fresco de gelatina y arroz con carne insípida, y nuestros silencios en vez de caricias, en vez de amor.


Hace tiempo que nos acostumbramos a ser solteros en lazo matrimonial, hace tiempo nos olvidamos de las risas y los “te amo”, la rutina se repetía cuatro veces al día, en turnos continuos desde la visita hasta la espera, y finalmente a las nueve el viaje a casa, y “hasta mañana”
Pero esa despedida mentira fue un triste desenlace para un silencio, esa vez si te vi preocupada quedarte en la puerta, y yo a contra luz sonreí, reloj, cama, ventana, y te alejaste por el pasillo.

En realidad no sé si aprendiste a amarme por lástima o por costumbre, o si el desenfreno de el silencio surrealista te llevo de nuevo a algún anhelo, tal vez, solo fue solidaridad, o la necesidad de sentirte apoyada, pero esa noche seguro estuviste tan agradecida como yo de tenerte ahí en silencio, aunque amarse ya no fuera necesario, y entraste corriendo a la mañana mientras médicos, auxiliares y enfermeras trataban de detenerte, mas fue en vano, yo tratando de detenerte en el pasillo para abrazarte, por primera vez en meses, para tranquilizarte, pero fue imposible ante tu decisión, de pronto mi cama vacía; rompiste el ritual y de el reloj saltaste a la ventana, sonreíste a contra luz cuando desde el pasillo te dije “y enseñarte a llorar a ti?” y te quedaste allí sentada, en calma, agradeciendo el silencio, por la liberación de la que eras objeto, y nadie entendía; que tus lágrimas; calmas como tu sonrisa no eran por la ausencia si no por el silencio, grato recuerdo de mi , que desde el pasillo te miraba por última vez a contra luz; reloj, cama, ventana, mi esposa, y el pasillo que se alargaba mientras caminaba hacía el final de él en silencio, y solo tu que me escuchabas recitando un poema sobre aprender a llorar.

domingo, mayo 11, 2008

Dormir con un noctámbulo.


Se aprende a dormir con ruido, uno lo escucha transitar por la casa, mover cosas, encender el televisor, usar la computadora, y mientras se duerme, es una presencia lejana. En mis sueños esta junto a mí en la cama, pero es un vacío, el frío se mete por la espalda.
Por las mañanas te encuentras alguna cerveza abierta y sin tomar, echada a perder; la computadora encendida con algún cuento escrito sin palabras, resulta un juego decirlo, ya que en verdad la página esta en blanco; con quizás apenas un bosquejo, y me sorprendo riéndome de esto, no debería, no me hace gracia, pero así funciona el sueño, no se duerme bien con un noctámbulo por la casa. Lo guardo y la apago, como una grotesca broma que me hago y no entiendo, tal vez un día vengas a darme instrucciones para terminarlos, yo los fecho, y esto les sirve de título.
Ya en la mañana no te encuentro, estarás dormido o ausente? Serás silencio en silencio?, no lo sé, igual le doy los buenos días a tu desorden.
Pero ha cambiado, antes me mantenía en mis sueños cuando sentía que te acostabas a mi lado, me balbuceabas que me amabas y me besabas el cuello, pero últimamente despierto, como hoy, a las tres de la mañana, siempre a esa hora en la que vienes conmigo a la cama, pero ya no te encuentro en ella, me levanto a apagar y guardar tu desorden, pero me molesta, me molesta en puta ver las pastillas en la mesa, y me revives cada noche ese momento en que te encontré allí, muerto sobre ella, intoxicado! Deja mi soledad intacta y vete de una vez por todas! Entiende que estas muerto! Maldita sea! Entiende que estas muerto! Y vete! Déjame dormir!