miércoles, marzo 01, 2017

Mariposas secas

“Ustedes no quieren que yo abra mi bolso” – Gritaba siempre “La Momia” al pasar por la puerta principal de la empresa. Por lo general todos reían o la ignoraban, los que nunca le habían visto, allegados o simples clientes, volteaban primero asustados y luego reían con burla por las repetidas amenazas y el tono grave con que lo decía: “de verdad no quieren que yo abra mi bolso! No! No lo quieren!!”
“La Momia” era una indigente habitual de la zona, repetía este ritual cada día después de la hora de almuerzo, en el momento en que siempre había más visitantes en la recepción, pero era inofensiva, por lo que a nadie le importaba. Su edad era indefinida, tenía la piel tostada por el sol y los ojos tristes de la miseria. Le llamaban “La Momia” pues siempre llevaba el estómago y el vientre medio envuelto en vendas, y un rollo de las mismas en los brazos.
Una vez que hacía su aparición, rondaba varios minutos la entrada repitiendo lo mismo, y retando a algún fantasma a una batalla que nunca se daba.
Aquel día, Daniel estaba de malas, el sol era pesado y las cosas no marchaban bien ni en casa ni en cuestiones de dinero, aunque era un hombre afable, ese día se le veía decaído de ánimo y un poco irritado, aunque de igual forma saludaba con una sonrisa aprendida a los clientes que entraban a la empresa o se quedaban en la recepción; él siempre amable.
Pero el sol le daba en la cara, el sudor le bajaba por la espalda, y le comenzó a doler la cabeza y notó que casi nadie le devolvía el saludo, algunos hasta arrugaban la cara cuando les hablaba, era demasiado el calor, y distraído se quitó la gorra para limpiarse el sudor cuando lo sobresaltó un grito que venía de atrás y que le tomo desprevenido: “Ustedes no quieren que yo abra mi bolso” – Maldijo un momento - “Jueputa mujer!! Que susto!!”  – y volviéndose irritado y controlándose espetó contra la indigente que empezaba su show:
-Qué necesidad tienes de venir todos los días a gritar pendejadas acá!? Ándate de aquí o hoy si te espanto!
La Momia escondió su boca desdentada y fijó su mirada en Daniel como tratando de atravesarlo, extendió los brazos al frente con una mano en cada manigueta del bolso abriendo el mismo en amenazante posición, tensando el zipper que mantenía el interior en secreto, y con voz más grave y tensa aún, gritó:
-Usted no quiere que yo abra mi bolso
Los clientes y los empleados de la empresa volvieron a ver al unísono cuando Daniel adelantó un paso hacia ella, le arrebató el bolso y empezó a abrir el mismo ante el susto de todos y la indigente misma
-Vamos a ver que andas en ese famoso bolso! – le grito

Tomó el bolso con sus manos y abrió el zipper, introdujo sus manos en él y de pronto Daniel se puso pálido, botó el bolso al suelo y balbuceó “Un niño; un niño muerto! Un bebé!” Los clientes y los empleados comenzaron a salir de la recepción asustados y sorprendidos de lo que decía, se acercaban tratando de ver el contenido del bolso, mientras un par ayudaba a Daniel a levantarse tras haber caído sentado al retroceder. La momia hasta ahora asustada sonrió de pronto mientras tomaba el bolso –Un niño!!? Usted está loco! Más que yo!!, No!! Estas son mariposas muertas! Secas!! Yo misma me las saque del estómago cuando el maldito que las dejo revoloteando ahí me engaño y se fue!! No dejaban de volar las muy malditas! Y yo las saque de mí como él me saco de su vida!! –
La Momia decía esto y reía satisfecha; mientras todos horrorizados la vieron quitarse las vendas del vientre que mostraron un horroroso y desfigurado hueco mal cicatrizado, y que la atravesaba de lado a lado.

Sonrió al ver el horror y el asco en sus caras, se detuvo y feliz de mirar a todos los atónitos presentes, se tapó el vientre y acomodó algo dentro del bolso, se lo puso de nuevo en el hombro y siguió caminando como siempre; gritando “Ustedes no quieren que yo abra mi bolso lleno de mis mariposas secas” mientras Daniel en el suelo, más pálido, aún repetía que era un niño, un niño muerto! y entonces, algunos empezaron a llamar a la policía.