jueves, agosto 08, 2019

Error y acierto


Ahora vivo en un pequeño apartamento, bastante acogedor, cerca de todo y lejos del pesado tránsito y la taciturna lejanía y soledad del viaje. Veo menos a mis hijos, pero los veo mejor, odio a la mujer que amo, y me he librado de la misoginia habitual, la tensión y las discusiones. Ahora soy funcional por completo, solo me pongo un poco sentimental cuando voy a recoger los a ellos, pero me sienta bien la apariencia de piedra, siempre ha sido así, y ese creo que fue mi problema y mi acierto; pero si hay algo que es verdadero, es que ya no le temo a la quietud, a la oscuridad ni a los invisibles, y la soledad ha resultado ser una buena compañía.

Ahora las canciones que antes me ponían triste, me dan calma, me dicen que todo esta justo como hace tiempo anticipaban; leo más y discuto menos, hasta tengo un futbolín que uso con los vecinos, y con ellos cuando vienen a casa los fines de semana.

Extraño lo que fue, no lo que es, extraño lo feliz que fui un día con ella, pero ya no soy más ese que fui, y que probablemente ella también extraña, y que desesperada-mente ha de estar buscando ahora en el hombre que la abraza los fines de semana cuando queda sola. Espero de verdad que lo encuentre, pero como amigo le diría que la soledad hay que disfrutarla solo, pero allá ella y sus malas decisiones; ya no es más mi problema; para muestra un botón, solo basta con verme al espejo para entender, que le gusta equivocarse.

Con ellos no hay ningún problema, me cuentan que todo parece normal, igual yo nunca estaba entre semana, aunque me dicen que les hago falta en las noches, especialmente en los juegos para dormir y las canciones que les ponía de fondo, las mismas que eran la banda sonora de este futuro que nos encontró a todos.

Salgo aveces con un par de amigas, sin sentimientos, sin ataduras y sin falsas expectativas las cosas fluyen muy sencillo, pero no me auto-engaño, no me interesa ni querer, ni enamorarme, si cualquiera me lo preguntará ahora, le diría que no fuimos hechos para la monogamia, que enamorarse es una trampa, que el amor es un desperfecto, como las muelas del juicio, que tiene que un día desaparecer.

Contra todos los pronósticos, no la he buscado para hablarle en las noches, no busco su cuerpo en mi cama, no he extrañado su cuerpo ni su presencia casi fantasmal en mis insomnios, ni en mis desvaríos de noctámbulo.

Volví a escribir, y ahí si, no lo puedo negar, ella esta presente en cada entre línea que no escribo, en cada desviación del tema principal, en cada tangente de mis letras incorrectas, confusas y vacías; escribo con fluidez sobre lo que sea, menos de ella, y ahí esta la musa ausente, en cada espacio vacío entre las letras; en las esquinas oscuras del texto; en los lugares comunes, las cacofonías y las reiteraciones; porque la ausencia de una musa es mas palpable que la idea secundaria que se vuelve principal en el cuento de un escritor,  que se revuelve en las palabras para evitar decir que todavía la extraña y la ama, a pesar de todo, y de la nada, y que espera; como ya dije; que encuentre a ese hombre que la amaba antes de todo, y que muy en el fondo, a pesar de mi error y mi acierto, espero ser yo.