martes, julio 31, 2007

Subconciente.


La anciana parece haber estado allí siempre, nadie recuerda nunca verla llegar, ni nadie la ve irse. Se sienta quieta y callada en las gradas de el ministerio, al principio solo quería saber que había sido de ellos; nunca nadie le pudo explicar; sigue allí siempre con los ojos llorosos, sin decir palabra, sin pedir una limosna, sin recibir nunca una ayuda, un almuerzo, un café, todos saben que esta allí y ya a nadie le importa, no estorba, no existe, es una sombra.
Para ella todos son imágenes borrosas, cuando alguien la mira o le habla, ella parece mas ausente que nunca; quizás es parte de la escalinata, y todavía no se ha dado cuenta; que perdió la esperanza, que en verdad no esta allí, que su mente y su alma impasibles no se retiran desde hace ya varios inviernos, hace ya varios veranos.
Tira su cuerpo hacia atrás, se limpia las lágrimas, y emite un quejido lastimoso mientras jala aire pesadamente; esto llama la atención de la mujer que vende periódicos, del viejo que vende libros legales y códigos, de la muchacha que vende empanadas, sobresaltados se acercan a ella, le gritan, le preguntan, mas para ella son solo fantasmas, no logra siquiera reconocer sus caras, se fastidia, se enerva, llaman al oficial de seguridad que presuroso avisa por la radio, ella se levanta de la escena, baja los escalones y vuelve a ver a todos agitados ayudando a una anciana, le da la mano al invisible alto y delgado que la llama, y se apresura a buscarlos; la niña camina saltando mientras se aleja de la mano de el espigado hombre de negro, mientras en la conmoción la anciana muerta se vuelve de nuevo humana.

lunes, julio 23, 2007

El peso de la noche. (Girando sobre sí misma)



La noche se oculta en sí misma, el demonio emerge al erguirse en el alo rojo de la cima de la montaña, es una gárgola adormecida, una aparición desnuda y clara, invisible para todos menos para Gerardo, que junto a su hijo pequeño que no entiende, aguarda en vela y despabilado lo que podría venir.
El sabe que la gárgola solo sale a alimentarse, él entiende que la oscuridad de su casa a la ladera de la montaña es el único lugar que tiene a kilómetros de distancia el gigante invisible para poseer, raptar y llevarse el alma que le dará comida por ese año, y esta vez cree estar preparado; distinto a las veces anteriores, distinto a lo que sabe ha pasado antes, ajeno a el pasado donde solo fue un espectador aterrorizado, conciente de el sacrificio magnánimo de su mujer, quién hace un año atrás se entrego a la salvaje y empecinada caída libre de el demonio en busca de su alimento.
Es como si una manada de elefantes bajara por la montaña aplastándola, y llevándose el alma de quién se entregue a su paso; mas sabe también que de no ser así, las manos invisibles de el demonio entrarán a la casa a buscar al más débil, y no entiende entonces por que sigue allí; mas no se cuestiona demasiado; solo sabe lo que los hechos han demandado hasta entonces, su hijo pequeño parece no entender, mientras mira por la ventana el extraño comportamiento de su padre, quién armado por una escopeta y con su virgen de yeso pintado, mira hacía la cima de la montaña, y espera. –Esta noche no maldito, esta noche te mando o me llevas al infierno! Pero no te llevarás a mi hijo, lo único que me queda de ella.- Ya una vez primera se había llevado el demonio a su hijo no nato, un año mas tarde ella entendida de su naturaleza se entregó por proteger a su recién nacido, el mismo niño pequeño que no entiende por que mira tras la ventana a su padre sudado de miedo y de odio.
El demonio aún dormita, el niño no sabe que el año tras anterior el demonio que emerge de la cima de la montaña se llevo a su hermano; y un año mas tarde a su madre; el alo rojo tras la gigantesca gárgola mantiene en vilo a su padre, quién espera aterrorizado poder destruirla de alguna forma.
El demonio invisible y gigante levanta la cabeza, abre los ojos; es demasiado no tener solo que volcar la montaña por la subsistencia económica; si no además tener que luchar contra el demonio con tal de salvar a su hijo, exagerado no tenerla a su lado, extremo haberla visto dos años antes amanecer sin el fruto de su amor en el vientre; solo para ver al demonio engullir y saborearlo en la cima de la montaña en la mañana, hasta quedar dormido doce lunas más, -esta noche no maldito!, no te vas a llevar además a mi hijo, me llevarás a mi, o te llevaré yo-
El demonio levanta la cara, él prepara su arma, se encomienda a su virgen, el niño mira por la ventana.
La sombra se desprende de la cima, baja en caída libre quemando y aplastando el follaje, la montaña, la soledad y el silencio de el peso de las noche se tragan los disparos y los rezos de quién espera al demonio; sube a la cima con la victima, cuál gárgola lo devora, y empecinada se queda de nuevo dormida volviéndose otra vez montaña, apaga su alo rojo una vez mas aunque sea solo hasta el próximo año; el niño solo y asustado mira por la ventana.

lunes, julio 16, 2007

Días.


Amor, otra vez me siento cansado, como si finalmente mis bolsillos estuvieran tan llenos de asuntos pendientes que me es imposible seguir caminando con ellos Hay días.
Esta noche quisiera salir, relajarnos, a aquel bar de luces bajas y música fuerte, perder este dolor de cabeza diluido en el humo de cigarrillos propios y ajenos, separar cada una de las cosas y lanzarlas al desorden, volver libre y vacío de esto a casa, cantar, bailar, conversar amenamente! Pedirme otra cerveza, y otra, y otra... que te parece?Ah si tan solo pudiera salir de aquí y encontrarte, pero afuera es demasiado solo, como para dejar la seguridad de mi soledad, y la verdad, no sé si tu me estarás esperando en alguna parte.

lunes, julio 09, 2007

Los tres cerditos.


Cansado de ver como todas las bolsas de mis pantalones se rompían irremediablemente ante la cantidad exagerada de monedas que me sobraban desde que ya no te llamaba, decidí conseguir tres cerditos de esos de barro que son alcancías.
Compre uno pequeño para las monedas de cinco, que eran las que usaba para saludarte y cumplir los requisitos de rigor de una llamada telefónica; como estuvo tu día? Yo igual que siempre, mucho trabajo! Ese cerdito tiene mi nombre por lo pequeño que fui al gastar todo mi menudo en ti sin darme cuenta mas allá, que solo por teléfono fingías amarme.
Compré uno mediano para las monedas de a diez, que eran las que usaba para contarte de todas las cositas mías que tenía para ti; los besitos que te iba a dar cuando te viera, lo que tenía planeado, lo que te iba a hacer cuando solos al fin hiciéramos el amor. Ese cerdito lleva tu nombre, y se lo escribí con marcador, para que no quede duda, que estas monedas de a diez eran para ti tan poco, como para mí cuchillas en el pantalón.
Y finalmente compre un cerdito grande para echar las monedas de a veinte, las que usaba para decirte que te amaba, para predicarte mi estúpida devoción por ti y nuestras conversaciones telefónicas, de mi confianza ciega y tonta para amarte aunque solo por teléfono me animaba a decir estas cosas y otros temas trascendentales. Este cerdito sin duda , no podía llevar otro nombre mas que el de él, el mismo que sin duda reía al oírte hablar conmigo cada noche, el mismo que ocasiono que todas las bolsas de mis pantalones terminarán remendadas.
Con lo que ahorre pienso comprarme mas alcancías, pues sin duda siempre me hará falta hablar contigo, y con lo que ahorre de estas sin duda me compraré un celular, con el cuál de nuevo estúpidamente esperaré que un día me llames aunque sea para preguntarme: “como estas?”

lunes, julio 02, 2007

Cotidiano.



No era un día extraño, la ciudad despertó adormecida y con resaca como cada lunes, el ruido empezaba a tomar las calles como un amante toma a su compañera, Gerardo despertó con el desánimo y la convicción que se deshacía cada día al mismo tiempo, encontrar trabajo y recobrar la estabilidad para su mujer y sus hijos, para su vida, para la sociedad implacable que selecciona solamente al mas apto.
Se levanto y se ducho como cada mañana, acomodo sus, currículos en la carpeta con la que recorrería los distintos oferentes de empleos que en los últimos meses solo le habían deparado negativas, mientras la liquidación de la transnacional que había partido a un país de el norte se consumía.
Se vistió sin ponerse la camisa mientras se rasuraba en el espejo de el cuarto; su pensamiento divagaba sobre el futuro de su mujer y los niños que aún dormían, se distrae un segundo con el filo de la navaja, llora, se miente y se distrae, se acerca a su esposa y la besa, ella dormida apenas responde, el se vuelve a limpiar las lágrimas mientras le corta la garganta profundo y le dice que la ama, que no se preocupe, que todos los problemas acabarán pronto. Se dirige al cuarto de sus niños, repite la acción besando a sus angelitos, a la mayor le besa en la frente, al niño la mejilla, les limpia la sangre con las mismas sábanas, y vuelve al espejo a repasar la rasurada con la misma navaja que los asesino, pero ya no llora, como cada mañana, termina de rasurarse, se pone la camisa y toma la carpeta con los currículos, se desayuna un cigarro mientras baja las gradas, y desde la puerta les grita como siempre: “me fui! Los amo!”