domingo, septiembre 22, 2013

Cuando me vuelva loco

Cuando me vuelva loco, dibujaré en este cuarto gris las mariposas de colores de tu cuerpo con solo echar un vistazo, y te veré sombra desnuda que me llama a mi pasado. Entonces cerraré los ojos, me morderé los labios, y te lloraré seguro y frustrado, de no poder hacer nada para ir a buscarte.

Tenerte entre mis brazos, daría hasta mi última gota de cordura por abrazarte de nuevo, por oler tu sabor a madera en mi gusto, y besarte, besarte como cuando desaparecías el mundo y lo convertías en una sombra azul que nos envolvía, para luego entregarnos, desapareciendo los límites del yo, sin saber dónde empezabas tú, y si la piel que tocaba era parte de ti o de mí.

Hoy me queda tu cara dibujada en las paredes, por la luz descompuesta en mis ojos a punto de llorar de tristes, y esta silla, y este yo de brazos caídos que te extraña a rabiar, que aún inhala aire, pero exhala la melancolía que dibuja arabescas de ti en el vacío, de la habitación extraña y vacía, que ya no sé si es parte de mí o no, porque a veces hasta me miro a mi mismo aquí sentado, pero lejos, como si estuviese del otro lado de la habitación, parado frente a mí.

Entonces tu voz me devuelve a mí, y te busco, y estas ahí, están todas las cosas que dejaste atrás, tus ausencias, tus silencios, la sonrisa que no me devuelves desde la mesa, tus ojos que no me miran, tu cuerpo que no me ama, tu vida que ya no vive, y me entrego al llanto, me dejo llevar por la tristeza, y me empujan hacia abajo, me aprietan contra mí,  soy yo de nuevo en este cuarto, pintando mariposas de colores, un poco cuerdo ahora, pero en verdad, me creo loco, me siento loco,  quizás.

domingo, junio 23, 2013

Mujer de colores


Ella es mi erótica mujer de colores, la que pinta de luz mis prejuicios, y de arco iris mis sensaciones.
Me eleva azul cuando pienso en ella, y me hunde en  café profundo de su mirada.
Me llena la boca del sabor de su paleta, rosa pastel, desnuda se usa de lienzo, se entrega, blanca, amarilla, roja! y aveces me mira oscura y aveces clara, todo depende de su mirada.

Su boca verde me besa, mientras acaricio su piel naranja, su amor azul, que brilla blanco, y que se mezcla en mi negro, mi ausencia total de luz y color, por que del negro se dice que es en sí la conjunción de los colores todos, entonces soy ella en mi hasta entonces, desde entonces y hasta siempre, soy el prisma en que se descompone, mi mujer de luz que estalla en colores.

jueves, junio 20, 2013

Al final







Y nos volvimos a ver al final

sin decir adiós;

sin decir...

dándonos cuenta de lo vacíos que estábamos el uno para el otro

y sin embargo, queriéndonos ver tan llenos;

queriéndonos...

y nos volvimos...

tan vacíos el uno para el otro,

a ver... dándonos cuenta;

al final.

sábado, abril 27, 2013

Más y después


Ojala que nunca te olvides de mis brazos, y de lo que sientes ahora cuando te acaricio el cabello.
Quiero que seas feliz sin olvidarme nunca, pero si debes hacerlo hazlo, que nunca te detengan mis palabras ni mi deseo de que estos momentos sean eternos, que nunca tu sonrisa sea ajena, que siempre te acuerdes de mí.
Te amo desde el momento en que naciste y te amaré tanto y más, y después, como nunca creí que se pudiera amar, siempre has sido mi mejor amiga y compañera, pasajera pero eterna en mi alma y mi espíritu.
Hoy te vi en el futuro, en la chiquilla que ataviada en la moda que heredaste de mí ,esperaba a alguien, espero que el hombre que ames te ame mucho más a ti que lo que tú lo ames a él, y que eso sea tanto como yo te amo y más, y después, que sus besos de amor de hombre sean tan sinceros como mis besos de amor de padre, hija, solo quiero que seas feliz, que en sus brazos seas plena y en su amor estés completa.
Hoy te miro en tu cama, preciosa princesa, reina en el futuro de alguien que te merezca, ten cuidado, no te enamores de cualquiera, yo estaré siempre ahí para ti, para reír el amor y llorar los adioses, siempre tendrás mi abrazo y mis caricias en tu cabello, siempre y cuando no te olvides de quién eres y de que aquí estarán para siempre mis "te amo" y mis abrazos que son tuyos sin excusa.
Sé feliz, es lo único que quiero, que cuando lo esperes en un parque como la chica que vi , te salte el alma de felicidad y luego vengas a contarme que estas enamorada; tu sonrisa que mata demonios será para mí excusa suficiente para aceptar ese inevitable futuro, en el que mis abrazos no serán los primeros que busques, cuando rías, cuando llores y hagas llover para eso que tu sabes hacer tan bien.
Seré feliz de que te amen tanto como yo, seré feliz de que te vayas a otros brazos y otras caricias y otros "te amo", por hoy, sigue soñando con tus ponis y el regalo de el diciembre próximo, que prometí, sé niña mientras la chica que vi hoy me atormenta de el más y después que te amo ahora mientras duermes.
Te amo princesita, no olvides volver cuando te vayas, para darte abrazos como los de hoy, más y después.

sábado, abril 06, 2013

Mi muerte, mi destino y Dick Tracy

 
Hoy mi muerte ha venido a sentarse a tomar el café de la mañana conmigo, y me ha preguntado cómo me siento. Le he dicho que estoy bien, más allá del stress del trabajo y las penurias financieras; que veo con esperanza el mañana; al menos hasta ese instante en que tras el primer sorbo de café, apareció sentada frente a mí al otro lado de la mesa. Lleva puesta una gabardina caqui y un sombrero, inevitablemente me recuerda a Dick Tracy y me hace sonreír; parece a gusto con el hecho de que no me causa miedo, si no una extraña familiaridad.
Termino el café y me levanto, le he advertido que seguiré con el día normal que me espera, que no me quedaré sentado allí, esperando que me tome de la mano para llevarme caminando al olvido, pero no puedo obviarla, la estaré buscando en cada esquina cuando salga hacía el trabajo, sin duda estaré alerta a cada paso, tratando de evitarla, de engañarla, de sortearla, pero no librare un pulso ahí sentado con su mirada invisible tatuada en unos ojos inexistentes, mientras advierto que no tiene rostro.
Dejo la taza en el fregadero, al voltear ya no está en mi mesa, quizás quiso terminar con esto desde buena mañana, pero no lo hizo, me permitió lavarme los dientes, terminar de mudarme, alistar un sándwich, despedirme de todos & salir de la casa.
Apenas crucé el parque logré verla en una banca, sentado igual que en mi mesa leyendo los sucesos de un periódico que me interesó por la fecha; nada extraño, todos quisiéramos saber la fecha de nuestra muerte. Apenas si levantó la mirada mientras yo cruzaba el parque, inevitablemente tuve que sentarme junto a ella, le pedí permiso para fumarme un cigarro mientras en mi mente se arremolinaba su presencia tan notable, tan frustrante, a fin de cuentas todos tenemos una muerte destinada en la mesa o en una plaza, pero dudo que para todos sea tan presente y anunciada como esta, y mientras me da el permiso desinteresado de que fume solo murmura sin dejar de leer, que no me preocupe por ello, que a fin de cuentas el cigarro no va a matarme. Tan solo un par de subidas y me atrevo a preguntar, por que se presenta así, por que se anuncia acompañándome, quiero saber cómo y en qué momento del día será; y tan escurridiza como impredecible, aparta la vista solo un segundo del periódico para apurarme a que llegue al trabajo, que no vale la pena retrasarme hoy en particular, yo apago la chinga con el pie y luego  la tiro en la basura, mientras ella en su cuerpo de héroe de historieta vuelve al periódico con un aire  de indiferencia, como si quisiera que la obvie, sin lograrlo. Volteo a verla allí tan tranquila leyendo, no menos de tres veces antes de llegar a la esquina, e indiferente se queda allí como si no nos hubiéramos visto esta mañana, o hace unos segundos, y entonces tres chicas llenas de vida que no lo notan, cruzan sobre mí en la pasarela del parque, no llevan tantos otoños deshojándoles la piel como yo, que dejo caer hasta mi mirada enredado en el destino marcado que no logro ver venir desde la nada.
Y el día pasa entre llamadas y reuniones, papelería y reclamos, y yo sin ti viviendo este último día y la encrucijada, me disculpo con la excusa de una fuerte migraña, para estar contigo y los niños, sin saber si lograré llegar a casa, hoy esta ciudad parece un poco más peligrosa que de costumbre, más caras raras que me siguen en la acera, más conductores asesinos que de costumbre. Quizás pienso un segundo enredado en otros pensamientos, en el chequeo médico que postergue mucho tiempo y ya no debe valer de nada, y me apuro tomando un taxi, y recapitulo los pagos del seguro, las cuotas que faltan de la casa, solo quiero saber que cuando vuelva a encontrarla podré irme tranquilo, pero no puedo, pendiente de tres o cuatro temas a la vez ya ni siquiera soy claro para el dios que escribe mis pensamientos en una plantilla en blanco y que tal vez al igual que yo, tiene sentada a la muerte del otro lado de su mesa. Será así acaso? Cuándo deje de ser dueño de mi destino?
Llego a casa antes que todos, y ahí está ella, ya mi inquietud es más grande que mi entereza, y me siento en la mesa a mirarla, me sostiene su mirada vacía de ojos huecos, la penumbra va llenando la casa, y la tarde se vuelve noche cuando ya no puedo sostenerle la vista, y caigo rendido por un pesado sueño sobre la mesa.
Me despiertan los niños, tras ellos mi mujer, los niños no se dan cuenta, pero Ana fija en mí su mirada preocupada, me incorporo y busco a mi muerte sin encontrarla, abrazo a mi mujer y beso a los niños, solo me excuso con el mismo cuento de la migraña, entonces la noche sigue como siempre.
Cenamos, vemos televisión y acostamos a los niños a las nueve, ya en el cuarto sigo buscándola, solo una paloma negra vuela cerca del bombillo y magnifica su sombra, Ana se cambia y quiere cuidar de mí, su cariño poco a poco se vuelve seducción, aunque yo le sigo buscando sin reconocerla, la noche es de pronto tan familiar que la olvido un rato mientras le hago el amor a mi mujer, aunque sin que ella lo noté pierdo mi mirada y los pensamientos vuelven a abalanzarse sobre mí de forma desordenada, hasta que Ana cae rendida tras la jornada y el acto en que la amo quizás por última vez. Me acuesto a su lado con demasiadas preguntas y miedo a sus respuestas, padezco de insomnio la noche y la madrugada en que mi muerte  ha venido a sentarse a tomar el café de la mañana conmigo, y conforme de nuevo el sueño se me viene encima con la madrugada, agradezco el gesto de dejarme finalmente emprender el viaje en mi cama, habiendo sido un buen marino y padre por última vez, mientras caigo dormido de a poco, y la escucho llamarme desde el olvido, de pie en el quicio de la puerta, seguro por fin de que no habrá café en la mañana mientras la última hoja de mi otoño se queda en nuestra cama. Gracias por el viaje.

sábado, marzo 30, 2013

Niña en pijamas

Le duele todo el cuerpo, y aún cuando entra de nuevo a ese cuarto donde ha sido de tantos hombres y donde el hedor a sudores añejos toman el aire de un colchón que apesta, su mente está en otra parte.

Por hoy la jornada ha terminado, y no queda más que dormir. Muchas otras de sus compañeras aprendieron desde temprana edad a drogarse para evitar sentir ese infierno de ser penetradas una y otra vez, el semen caliente en la entrepierna, la boca, la cara; el olor a alcohol, a mierda a trabajo y a tierra de los clientes; pero ella en cambio prefiere solo abstraerse y recordar su sonrisa, ese cabello que la vuelve loca, esa caray esas manos que la hacen deshacerse en amor, y que la mierda de vida que lleva valga la pena.

Ya no hay asco en su cara o paladar cuando debe complacer con sexo oral algún hombre, es solo un movimiento mecánico, y no lo disimula con alcohol como las otras, simplemente imagina que está afuera en el parque, correteando y riendo con él, quién finalmente se deja atrapar solo para que ella lo abrace y lo bese.

Le duele todo el cuerpo y son solo 18 años los que lleva encima, tres de infierno, aunque el resto de su vida tampoco fue nunca placentera; aprendió muy chica que el sexo es una desgracia cotidiana en su vida, cada vez que un hombre se interesa en ella; primero fue su padre y luego sus hermanos mayores; pero a ella no le importa; tiene el oso de peluche impregnado con su olor para abrazarlo mientras duerme; no importa que sus 18 años pesen como si fueran 50, no importa que su cuerpo sea ya un harapo, que su vida sea una mierda, que no quede alma ni esperanza, porque nada importa y el sol vuelve a brillar cada lunes, y hoy es domingo por la noche.
Mañana al fin lo podrá ver, por que los lunes son el día en que la madame de la casa la deja salir con su hijito, entonces puede bañarse con él, mudarlo lindo, salir de esa maldita casa hedionda a sexo y vida, y ser niña otra vez, y por eso ella no tiene pesadillas en las noches como las otras, ella tiene sueños, sueños hermosos mientras usa una pijamita de punto que la hace ver tan niña como es, y sonríe mientras abraza al oso que huele a él, por que sueña y sueña maravillas, sueña porque para pesadillas, ya tiene el resto de los días.

sábado, marzo 23, 2013

Ya viene la noche, lo más probable es que muera.



Vienen llegando silenciosos, caminando lento, como cuando se sabe que ya está hecho.
Ninguno lo piensa demasiado, todos saben que han llegado, que me rodean, que tampoco intentaré huir. Entonces aparecen rompiendo las paredes de la oscuridad, el silencio de la noche, la oscuridad repentina que deja de serlo.
Vienen de la muerte para llevarme, con sus manos largas y frías como sombras de la noche, con sus ojos vacios como el espacio de lo que deja de existir, con la severidad de la mirada fija de un muerto que ya no mira; y aun así son afables, considerados, se quedan sombras escondidas en la noche, en las sombras, en los silencios, en las soledades simplemente invitándome a la muerte, a irme con ellos.
Pero no vienen solos, y no los desconozco, nunca una sombra en la oscuridad o un silencio callado será desconocido; no cuando vienen con sus recuerdos,  hojas secas en libros, palabras susurradas al oído, el toque en un brazo y el frio en el espinazo del dedo de una chica; estos son mis muertos, mis vacíos de tiempo, de espacio, de sentimiento. Finalmente me llevan al regazo de la muerte, donde dormiré hasta el nuevo amanecer.
Un día, toda la gente que alguna vez me conoció estará muerta, y entonces seré nada, quizás alguna voz lejana alguna vez hable de mí y me haga reaccionar somnoliento en el silencio, y yo seré un fantasma de muchos de los que viene atrás en la hora de  los muertos, y quizás me encuentres dormitando en alguna esquina o en alguna habitación y no me des importancia, de todas formas un fantasma es una simple energía condenada a repetirse una y otra vez, un eco atrapado que resuena sin poder escapar, es el viento que entra desprevenido y mueve una cortina, soy yo sentado en esta mesa mirándote desde la oscuridad rogándote sin decirte nada que me olvides!, es cualquier cosa que se mueve en la noche intempestivamente, una sombra que parece mirarte desde la otra habitación, la figura en la oscuridad de un suéter colgado en un perchero, el grifo de agua que gotea, la mano invisible que limpia la lágrima en tu mejilla cuando finalmente te duermes.
Vienen por mí de la muerte mis muertos, vienen a llevarme finalmente tan fantasma como ellos, vienen lentos y decididos a llevarme a la muerte mientras tú te quedas en la misma mesa que yo, con una carta y una cartera que usas de pastillero, esperando que desaparezcan las sombras de la hora de los muertos, haciéndote fantasma, llevándome al olvido.

jueves, febrero 21, 2013

El tiempo ha pasado, y sigue lloviendo.

Han pasado los días lentamente, y la gente no parece darse cuenta finalmente del temporal tras un largo invierno.
Llueve, es cierto, pero llueve sobre las cabezas de todos y cada uno.
Ella corre cada día, como siempre, del trabajo al mercado y a su casa, ahí su niña de 7 años, a cargo de sus hermanos sabe que su madre pronto llegará.
San José de Costa Rica es una ciudad oscura por naturaleza, y por el abandono de sus autoridades; ella cree que ellos piensan lo mismo que ella, sería mejor barrerla con bombas y empezar de nuevo.
La delincuencia es parte del tétrico paisaje oscuro y fétido de la noche, estas mollejas de pollo deberán servir para apaciguar el hambre por hoy y por mañana de los niños, y corre, corre en medio de la calle y bajo la lluvia; lo que oscurece aún más la ciudad; en medio de la gente, los maleantes, y sorteando a los vehículos.
Un pito acelera su paso a la intransitable acera, por un momento, el mismo vértigo que guía el pie del conductor al acelerador, la incita a quedarse en la calle, pero sus tres niños la esperan con las mollejas, con la leche de el pequeño, y para usarla de cobija en la fría noche.
“Ojala hoy no se haya metido el agua”, sigue su paso alterado solo por algún atravesado y se apura, despista a los dos tipos que la siguen, estos desisten sin más al verla tan pobre y mal trecha bajo la luz de una de las pocas luces que sirven a la entrada del bulevar, y ella presurosa y mojada sube al bus, no es una mujer ni vieja ni fea, pero es una mujer descuidada y demasiado trabajada, todo porque no tuvo la falta de pudor que se necesita para ser puta, y por que tiene a una hija que según ella, y gracias a la educación pública paupérrima y tonta, sin recursos, tendrá un futuro mejor y no merece tener esos ejemplos, y menos de su madre.
Se apura al bajar, desciende desde el caserío hasta el tugurio, o “conglomerado habitacional informal” como lo llama el instituto de ayuda social, pero se da cuenta de inmediato que algo ha pasado, y que todos la miran mientras camina por el trillo de tierra encriptado por latas hacia el final del “caserío”; y entonces incluso deja las mollejas tiradas, corre presurosa y corre desesperada, mas se detiene a solo unos pasos de donde debían estar las latas que cobijaban a sus hijos, Adriana de 7, Adrián de 5 y Jonathan de 2, pero solo vio a los rescatistas, a los bomberos y a los periodistas, y el río maniático que se lo había llevado todo! Y la gente la señala, y entonces el informador corre, le pone el micrófono en la cara y le pregunta “señora, como se siente?” y el tiempo se devuelve, a pesar de el pito, ella decide no quitarse del medio de la calle, el vértigo de el conductor atrofia sus sentidos y no frena, la acera es un río; la trabajadora social le dice a Adriana; horas más tarde; que Dios se llevo a su mamá al cielo, mas ella sigue corriendo en su inconsciencia, y por más que corre no llega, no encuentra el camino de vuelta, y atónita no reconoce su cuerpo debajo del carro, para ella solo existe el rugir del río, y sus tres pequeños que la esperan.