lunes, mayo 31, 2010

El fondo claro de el agua.


Lleva días en esa esquina de el cielo raso de mi cuarto como una sombra, sin dejar de mirarme, sin dejarme dormir, justo desde el día en que dejaron de buscarla, no se mueve, no dice nada, es un hombre joven de alas negras desgarbadas, me mira a los ojos, no emite ningún sonido, sé que está ahí cuando enciendo la luz pero entonces ya no lo veo.

Lo he retado a bajar y no me hace caso, ya habría dejado de pensar en ella si no estuviera ahí cada noche, he sabido sobre él antes, algunos le llaman auto-cuervo, creo que por qué se hizo así mismo, si no viene a matarme no encuentro razón para su misterio, dicen que venga a las niñas ultrajadas, pero a mí no me va a vengar a puro desvelo, con los días dejará de importarme y será solo otro espíritu revoloteando en alguna esquina de la casa, en cada esquina tengo un recuerdo de alguna cara asustada, de algún cuerpo nuevo que hice mío, y nunca he sentido por ello nada, son mis trofeos, mi vicio, mis secretos, sé que a ella la maté y quizás eso cambie todo, pero él sigue allí inmóvil sin hacer nada, sin decirme nada ni a mí ni a nadie, y con eso no va a atormentarme.

Ha llovido copiosamente desde aquella noche, y la lluvia lo lava todo, si mi falta de culpa y de miedo me hacen un monstro, entonces soy par de esta criatura que me acecha.

Ella sigue en el fondo oscuro de la poza, ahora le rezan, ya no la llaman, ella guardo bien nuestro secreto, y él sigue allí inútil tratando de asustarme sin lograrlo, hasta que finalmente la lluvia me arrulla y me duermo. Entonces sueño con ella, está de nuevo en mi sala toda mojadita y asustada, de nuevo esta lista para mí, de nuevo podré saciar mis instintos, pero algo pasa, ella quieta se deja de todo, pero sonríe, algo falta, entonces despierto, ha dejado de llover y eso me sobresalta, él sigue allí mirándome y ahora sonríe, tal como ella en mi sueño, un hueco en el estomago me hace sentarme en la cama, lo miro bien, esta diferente, algo esconde entre sus alas, las abre! son enormes y ahí cobijada esta ella, que me mira fijamente a los ojos enojada pero sonriente, hay movimiento afuera, gritos! excitación, me paro bajo ellos y entonces un chorro de agua me moja la cara, están goteando mojados y afuera ya no llueve, habla por vez primera y murmura, agudizo el oído y apenas distingo lo que dice; los cuerpos flotan si se les quita de encima las piedras, entonces la boca se me amarga, me golpea el pecho y retomo mis pasos de aquella noche, ellos se ríen de mí a sabiendas que la lluvia lo limpia todo menos los cuerpos y entonces, alguien golpea con fuerza mi cuerpo, mientras ellos desaparecen y me dejan todo mojado de la misma agua de el pozo, que ahora aclara.

lunes, mayo 24, 2010

El fondo oscuro de el agua.


Tan solo miro el fondo oscuro de el agua de esta poza a espaldas de la barriada, a lo lejos se escuchan los gritos, los perros, la búsqueda, como la llaman por su nombre sin respuesta, todo el barrio junto al fin tratando de hallarla, yo con ellos lejos un segundo, apartado de todos, me mirarán y algunos pensarán que descanso, o que la mirada preocupada se me pierde sobre el agua, a fin de cuentas soy el vecino que se ofreció a buscar de primero, la teoría no es nueva, como van a sospechar entonces de mí, si hasta lloré con su madre?

La mirada perdida no es cierta, solo verifico y repaso mis movimientos de anoche, estoy seguro de que nadie me vio invitarla a pasar a la casa, estaba toda mojada por la lluvia, todavía cargaba los cuadernos de el colegio, preocupada por la hora, la convencí de hablar yo mismo con sus padres para que no la castigarán, le ofrecí un paño, un chocolate caliente, secarle la ropa antes de llevarla a casa.

Cuando volví a la sala la encontré secándose el cabello, yo de vuelta con una jarra humeante me sentí hombre y me deje llevar, sus pezones nuevos tras la transparencia de su blusa me hicieron morderme los labios, sé que se sintió abrumada cuando tome el paño y empecé a secarla, no dijo nada, solo se estremeció mientras me miraba con miedo; le pedí que no temiera, le dije que estaba linda, estaba inmóvil por el miedo, la bese y solo pudo tragarse el miedo, saltó sobresaltada pero no movió nada, empezó a temblar, me miraba con terror y yo la calmaba.

Lo demás es confuso como este fondo negro en el agua, se dejo de todo, paralizada por el miedo; yo me deje llevar, asustado cuando lloraba le pedí que se callara, que fuéramos amigos, que mantuviéramos ese secreto, pero lloraba más y más y eso me llevo justo a donde estamos ahora, finalmente cuando se calmo, retire mis manos de su garganta, sin duda estaba enojada conmigo, pues quedo mirándome fijamente sin decir palabra, discutí con ella, le rogué, la rete para que no me delatara, finalmente me cobije en la madrugada para traerla aquí, donde todos la buscan ahora sin encontrarla, la vestí con el quimono de la muerte, y me dolió dejarla aquí de nuevo sola, yo no la buscó porque sé donde esta, solo quiero asegurarme de que no hable, de que no me descubra ante todos, de que no responda ningun llamado, que ni siquiera mueva el agua o de pronto asome sus ojos fijos que me miran desde el fondo, alguien me toma por el hombro y me consuela, me invita a seguir ayudando, abandono el letargo en un sobresalto, mientras vuelvo a ser el vecino que a todos ayuda, ella de nuevo mojada como anoche, tan asustada y tan quieta, es una buena chica pues no dice nada, sé que está molesta porque la veo mirarme fijamente desde el fondo oscuro de el agua, pero no responde a los llamados de todos, y el por que no llegó nunca a casa, será para siempre nuestro secreto, los perros y los gritos se alejan, conmigo, con todos.

lunes, mayo 17, 2010

Desnuda mentira cristiana.

Desnuda y herida en sus creencias cristianas en la cama de un motel, incapaz de reponer lo que había perdido, azorada por la conciencia y la culpa lo beso con la pasión reprimida, él aún sin saciar el deseo y el triunfo de tenerla en su cama, le mintió de nuevo como parte de su juego y por que en el fondo no quería verle ahí tan triste, en su cabeza retumbo de nuevo la frase que la llevo allí, demasiado joven, demasiado enamorada, crédula e inexperta terminó en sus brazos, en su entrepierna, en su boca, contra todo el dogma que apostó inculcar en él, consolada en la posibilidad de haberlo enganchado al darle eso que juró guardar para cuando su dios la bendijera con un marido.
Quiso llorar pero no parecer demasiado niña, el trato era muy simple, ella trataría de convertirlo al cristianismo y él de seducirla; en parte ella estaba de acuerdo con la parte de él, para ella sería también una forma de probar su fé y convicciones, aunque lo reprimía; a él le atraía el juego de ella, igualmente dispuesto a poner sus ideales en juego, aunque fuera por sexo nada más. El amor era mentira en cada extremo, el supuesto amor fraterno y de hermano de fé que ella conseguiría de ganar la apuesta, el te quiero falso que el esgrimiría con tal de llevarla a la cama para probarle que dios existe y esta en el sexo.
Mintió y ella acumuló sus mentiras; él fingió interés en sus temas; los de ella; para acercarse; simplemente era imposible; él; sin matrimonio y externo a la congregación no era elegible para el regalo de su entrepierna, pero estaba allí, desnuda de pies a cabeza con su sexo en la vagina, era cínico y despiadado, indomable, pero era un caballero, cariñoso y cuidadoso, un buen mentiroso, se sintió amada un rato, luego sintió vergüenza, dibujo una sonrisa de esas que a leguas se ven falsas, él la complació acostándose a su lado, jugando con su cabello, jurándole amores eternos que no remediaban nada, pero que ella admitió como ciertas para salvarse de el dogma que la atormentaba.
Cómo llegó hasta ahí? Cómo admitió profanar así su destierro a lo humano por la fé? El pecado consumado, el perdón vergonzoso, la desdicha de ver que había perdido no solo la apuesta si no también el misterio tan guardado de su sexo, y para que?, justo para entregárselo a un no creyente que era el diablo en su cama?
Lo amó sin saber por qué, sin hallar la respuesta en su libro sagrado que hasta entonces; en su limitada visión de mundo creyó tener cada sermón para responder toda pregunta, pecó de vanidad al sentirse deseada, la asustó el cosquilleo en el vientre, él pensar tanto en él.
Tanto temerle al demonio y evitarlo para que el fuera su maestro de cama, tan lindo, tan hombre, despiadado, volver a el esposo concebido por la iglesia, los guías y maestros; era imposible, ese tonto adoctrinado que seguramente ni se masturbaba, ahora había pecado hecho semen en sus nalgas, el placer que seguramente un Cristo crucificado lloraba, todo lo que era malo había sido consumado, se entregó a él demonio tanto y tan fácil que manchada y de saberse, sería expulsada para siempre de los elegidos para el cielo asexual prometido desde chica.
Todo era malo, el placer, el encuentro, el sexo en la boca y en posiciones sodomitas; “el amor no es para los ateos” le dijo alguna vez, él le sugirió que el amor era solo la pasión con compromiso, una reacción química de ocho años, tal como lo leyó en alguna revista pseudocientífica, eso fue un dardo mortal para ella, desnuda, joven, inexperta, comenzó a llorar, no queriendo que terminará así, él, esbozo un último dibujo de su mentira, la golpeo directo en el alma, le saco una sonrisa, le tranquilizó un poco la angustia y la culpa: “y si te digo que te quiero?” pregunto sonriendo mientras se acercaba a ella y le besaba el cuello, de nuevo se entregó a el demonio; quizás él tenga razón, y Dios no sea parte de este juego.

lunes, mayo 10, 2010

Sueños

(radio drama basado en el cuento "los sueños no se llevan con el tráfico")

para todo artista es un placer y un honor ser tomado en cuenta por artistas de otras índoles como materia prima de su arte. es así como mi amiga Diana Zeledón decide usar mi cuento de aquella mirada pérdida en la Plaza de La Cultura en San José para realizar esta adaptación para radio de el mismo.

Como puedo agradecer este honor y privilegio? lo comparto con ustedes que me alientan y retroalimentan siempre, gracias a Diana y a todos los que participaron en este proyecto, infinitamente honrado.

lunes, mayo 03, 2010

Parpadea


Si la gente tratará de entenderte antes de juzgarte, si aprendieran a ver en tus ojos lo que yo veo, esa soledad que se apaga en mi compañía y se enciende de a poco hasta que nos volvemos a ver, pero leer tu mirada es más fácil desde este amor que te ama, desde mis ojos que te entienden y se apagan cuando ven de nuevo la hoguera controlada de esta rutina de mi ausencia, mi visita y de nuevo la soledad.
Escuchar tus silencios gritar desesperados que te lleve de aquí, mi respuesta sonora con un te amo y alguna promesa insegura de cumplir tu pedido, interpretar lo que callas, lo que quejas con lágrimas y me destroza el alma.
Cada caricia en tu piel la devuelves con el tacto en mis dedos, no me abrazas por que tu cuerpo esta atrofiado, no me besas por que tus labios resquebrajados necesitan que los hidrate con una toalla mojada en agua, no me tocas por que tus manos no responden, por que aquí los dos estamos paralizados por completo, sin habla, sin sueños, sin futuro, tan solo atados el uno al otro por esta rutina que no me deja apartarme de ti.
Algunos muertos se dejan en los hoyos de los cementerios, en criptas con amorosas memorias, en nichos baratos que vencen cada cinco años los derechos a una placa con un nombre, y tus 23 años delimitados con fechas, pero tu muerte no, tu muerte es un par de horas de visita cada tarde que me agobian la rutina en torno de este momento, en que puedo venir a hablarte de el día, a peinarte, a cuidarte, a no hacer nada que valga la pena.
Aveces sueño, otras veces la noche es pesadilla, otras veces ni duermo por que los relojes confabulan en burlarse de mí y transcurren presurosos de las 5 a las 7, otras veces interminables me ponen a ver una y otra vez el reloj para poder irme a llorarte, nunca frente a ti, eso sería traicionar al único de nosotros con vida, y tu necesitas que yo viva para sufrirte para que tu existencia vegetal tenga sentido y no sea solo un mal designio de un mal suicidio que te fracturó las vertebras con un mal nudo y la conciencia por falta de oxigeno.
Debí dejar que te murieras, debí dejarme morir hace tiempo, pero soy cobarde y te necesito, como un doliente necesita una tumba, una placa una lápida, yo necesito la cama de hospital donde te vuelves vieja y sigues dormida, por que me da miedo despertar mañana sin encontrar tu cuerpo inmóvil lleno de telarañas, tus ropas de seguro social, tu voz que ruega la muerte en los monitores médicos.
Parpadea, por favor, parpadea, dime que estas ahí, que no esta solo el cuerpo objeto de el sexo y la atracción física que me llevo a amarte! Parpadea! Por favor parpedea! Que cada tarjeta vencida de visita es una palada de tierra sobre mí, pero principalmente para que vivas, para que me mandes al demonio! Para que encuentres a alguien que no te ame como yo, tan fuerte que te lleve a esta muerte a medias que te postra en esta cama, para siempre, hasta que un día dejes de respirar.
Despierta, ese día te juré quedarme contigo hasta que un día pudieras mandarme al demonio, tu manera sutil y lenta lo ha logrado, la culpa y el tiempo que la alimenta son peor que saber que saber que el paréntesis para mí se hubiera abierto de nuevo en nuestro amor intermitente, me esperabas a mí o a la muerte? Por qué la amaste esa noche? Por qué volver a ti justo para evitar que consumarás ese acto?
Sueñas acaso que bajo de el auto y sin apagarlo, sin desconectar las luces o cerrar puertas, corro hasta la entrada, no me detienen ni los gatos ni el portón entre abierto, buscos frenético la llave que me diste del apartamento y abro, la casa oscura, los muebles quietos, el silencio.
Corro para salvarte, aún traigo el celular en la mano y llamo para seguir eli tono para encontrarte, cuelgo ahora, llamo al rescate, sostengo tu cabeza y te ruego que no te vayas, no contestaste, una llamada perdida será lo último mío en tu vida, tienes poca vida en ti, y muy pocas fuerzas para volverme a llamar.
Sueño que serán los vecinos quiénes atormentados por el hedor me encontrarán en mi cama, mientras tú, quizás nunca te enteres, o quizás un día me llames, y no te responda la llamada, quién sabe cuanto tiempo habrá trascurrido desde entonces, si estarás ya más vieja, si en tu segundo eterno de muerte habrás parpadeado en mi ausencia.
Quizás mañana, por hoy se ha acabado la rutina, para el día que viene la espero con ansías.