lunes, julio 11, 2016

La ausencia y la puerta


La ausencia sigue siendo un estado indescifrable, es distinto a la nada, por que la nada es la omisión total del efecto y la causa, el desconocimiento, la falta; en cambio la ausencia es la presencia no presente de algo que estuvo y ya no esta, y en algunos casos peores, la ausencia es algo que debería estar y no está. Pero acaso, será que la ausencia es una clase distinta de presencia? un estar de forma no definida? un abstracto de la existencia que está sin estar? 
La ausencia en términos  humanos puede definirse de distintas formas dependiendo de quien la sufre, desde una esperanza desvanecida hasta un adiós pendiente, una historia de amor sin consumar, una ruptura aterradora y dolorosa; una trampa de tiempo.
Las ausencias se sienten como abrazos vacíos, besos sin dar, conversaciones a medias, ilusiones rotas, puede ser algo tan abstracto como la ausencia misma; un libro a medio leer, una risa que no estalla en el espacio de una habitación, una cama o un vientre vacío, un oso de peluche en un estante o algo peor; unos niños que se abrazan en una puerta, y miran con dolor a su padre, no por que tengan nada, ya ellos no tienen nada, si no por él, que al verlos siente un golpe que le baja por el pecho, un escalofrío en la espalda, una turbación terrible en la cabeza, la ausencia confusa de José, por que no falta nada, al contrario, sus niños allí son una ausencia presente, por que no deberían estar allí en su puerta, si no lejos, de camino a la playa donde los alcanzaría el fin de semana, y entonces aparece ella, abatida como él y tan gris y transparente como los niños, no tiene que decirle nada, sus ojos lo explican todo mientras va abrazando a los niños por sus cabecitas; entonces el teléfono suena, José deja de verlos, sin duda son malas noticias, su corazón se lo dice de un salto, una voz le empieza a hablar del otro lado, vuelve de nuevo su mirada a la puerta, pero ya no hay nadie allí, sus niños y su mujer se han convertido en ausencia.