
Anoche no podía dormir, no soportaba la quietud y el silencio... la calma, la soledad de tenerte en mi cama durmiendo... distinto por completo a los días en que me gusta admirarte cuando duermes... anoche te necesitaba despierta, hablando, activa, para admirarte cuanto sabes y la elocuencia con que lo haces, ayer necesitaba tu calor abrazándome y seduciéndome, tus ojos plácidos en la tempestad de el mar de Orión, para así disimular las sombras y los fantasmas que habitan mi noche y me llenan de ansias...
Transité los 100 canales de la compañía de cable al menos cinco veces... me levante, trate de leer, trate de cantar, trate de imaginar la tarde y a mi hija jugando, pero el ruido en silencio de la noche me perturbó cada vez mas... y el insomnio fue poblando mis posibilidades de dormir.
Entonces te das cuenta que la soledad no es ausencia de compañía... y no es que tu amor no me llene, que tu presencia no sea mi existencia, o tus ojos mi risa y alegría, es que te das cuenta de que existe una soledad silenciosa y oscura, como un demonio propio, una soledad personal, como aquella canción misteriosa de la que nunca supiste el nombre.
Y es que es raro extrañarte teniéndote aquí, y sentirme tan distante estando en casa...
Finalmente por lo menos, van acabando los días de fiesta y el diciembre falso y la falsa bonanza... yo sigo igual, no cambie durante el carnaval de fin de año, pero la gente alrededor se lleno de una falsa e hipócrita alegría y un aire de bienestar que termino en resaca... creo que me afecto quedarme fuera de la fiesta, te he extrañado tanto en este tiempo y a mi mismo que de pronto tengo miedo de que vuelvan los días comunes... y volver a la gente inmisericorde y estresada, volver al odio generalizado y el egocentrismo, a la apatía, a la guerra de todos contra todos... a volver a ser un silencio que guarda silencio ante el ruido de la cotidianedad, a volver a ser una oscura oscuridad ante el neón deslumbrante, a volver a ser soledad en la apatía de la compañía inconveniente por conveniencia.
Mejor quedémonos en el mañana, volvamos a nuestro juego de soñar y adjuntémoslo a este ciclo, alejémonos de la gente, olvidémonos de el bien, de el mal, de todo, encimemos la muerte mas allá de la vida... llévame a el Mar de Orión a jugar con las olas, a dejarme llevar por el vaivén infinito, calmo y salvaje, espérame en la playa, y déjame arremeter en tu cuerpo como las olas, ir llenando cada rincón de tu cuerpo mientras te voy dejando rendida en la playa, y golpeo con fuerza tus caderas con mi cuerpo de agua y sal, mientras me vuelvo abrazo sobre tu piel, mientras beso tu cuerpo con mi cuerpo de mar... hasta que finalmente encuentro tu boca, ya con mi cuerpo de hombre, y te hago el amor en la playa, bajo el cielo infinito.
Anoche no podía dormir abrumado por la soledad, por la oscuridad, por el silencio, ese que los hombres manejan magnánimamente en la selva de hormigón, de pronto uno se siente de nuevo niño, de nuevo vulnerable, y entiendes el miedo y el temor en los ojos de tus padres; cuando te decían que todo estaría bien.
Transité los 100 canales de la compañía de cable al menos cinco veces... me levante, trate de leer, trate de cantar, trate de imaginar la tarde y a mi hija jugando, pero el ruido en silencio de la noche me perturbó cada vez mas... y el insomnio fue poblando mis posibilidades de dormir.
Entonces te das cuenta que la soledad no es ausencia de compañía... y no es que tu amor no me llene, que tu presencia no sea mi existencia, o tus ojos mi risa y alegría, es que te das cuenta de que existe una soledad silenciosa y oscura, como un demonio propio, una soledad personal, como aquella canción misteriosa de la que nunca supiste el nombre.
Y es que es raro extrañarte teniéndote aquí, y sentirme tan distante estando en casa...
Finalmente por lo menos, van acabando los días de fiesta y el diciembre falso y la falsa bonanza... yo sigo igual, no cambie durante el carnaval de fin de año, pero la gente alrededor se lleno de una falsa e hipócrita alegría y un aire de bienestar que termino en resaca... creo que me afecto quedarme fuera de la fiesta, te he extrañado tanto en este tiempo y a mi mismo que de pronto tengo miedo de que vuelvan los días comunes... y volver a la gente inmisericorde y estresada, volver al odio generalizado y el egocentrismo, a la apatía, a la guerra de todos contra todos... a volver a ser un silencio que guarda silencio ante el ruido de la cotidianedad, a volver a ser una oscura oscuridad ante el neón deslumbrante, a volver a ser soledad en la apatía de la compañía inconveniente por conveniencia.
Mejor quedémonos en el mañana, volvamos a nuestro juego de soñar y adjuntémoslo a este ciclo, alejémonos de la gente, olvidémonos de el bien, de el mal, de todo, encimemos la muerte mas allá de la vida... llévame a el Mar de Orión a jugar con las olas, a dejarme llevar por el vaivén infinito, calmo y salvaje, espérame en la playa, y déjame arremeter en tu cuerpo como las olas, ir llenando cada rincón de tu cuerpo mientras te voy dejando rendida en la playa, y golpeo con fuerza tus caderas con mi cuerpo de agua y sal, mientras me vuelvo abrazo sobre tu piel, mientras beso tu cuerpo con mi cuerpo de mar... hasta que finalmente encuentro tu boca, ya con mi cuerpo de hombre, y te hago el amor en la playa, bajo el cielo infinito.
Anoche no podía dormir abrumado por la soledad, por la oscuridad, por el silencio, ese que los hombres manejan magnánimamente en la selva de hormigón, de pronto uno se siente de nuevo niño, de nuevo vulnerable, y entiendes el miedo y el temor en los ojos de tus padres; cuando te decían que todo estaría bien.