
A su lado una silla vacía, y de pronto un hombre que se acerca y le invita otra ronda, Ultra incomodo y con mueca de extrañeza agradece y atina a decir que la próxima invita él; no vaya a ser que ese tipo greñudo sea un maricón de esos que el tanto detesta; el tipo sin embargo, apacible le agradece y empieza a tomar con él.
Ultra de pronto se tranquiliza y no ve mal el gesto de el extraño.
De pronto trata de contarle a su nuevo amigo lo sucedido, pero a este no parece importarle; le señala al tipo de el final de la barra, el que usa la gabardina; le comenta que aquel de allá es un milagro, que es un ángel desgarbado, que toma por el olvido de un amor olvidado.
Aunque Ultra se molesta por no ser tomado en cuenta en sus palabras mira al tipo extrañado, justo cuando este se levanta y se acomoda las alas dentro de el gabán; Ultra oculta su extrañeza (de nuevo) y se vuelve a meter en sus pensamientos.
"Hay milagros cada día"; le dice a un Ultra que da otro sorbo a la cerveza; "ante nuestros ojos y no los vemos", mientras Ultra piensa; y casi hace caso omiso a "las pendejadas que dice este tipo"; mas no logra molestarse con él.
El tipo le avisa a Ultra que él es otro milagro, que no se sienta mal, que el lo ama; y Ultra sigue sin molestarse; casi absorto; sin explicarse por que no responde a semejante insulto para alguien como él; pero estas palabras lo calman, quizás hoy es el momento preciso, tal vez por eso Ultra vuelve a verlo con susto y no puede enojarse con quien le ha invitado esta ronda; el tipo se levanta y deja pagas aún 7 rondas mas, y se retira, solo le sonríe una vez mas, y se aleja.
El cantinero recoge las propinas, ve al tipo irse tras el desgarbado con gabardina; Ultra no atina si no a pensar, sobre el pendejo que estaba imaginando; aunque sabe que su dinero queda aún intacto en la billetera, y todavía, no puede pensar en otra cosa.
"Aún pasan milagros cada día ante nuestros ojos", le dice el cantinero, y le sirve otra cerveza mas.