
Me inspiras, me subo, me bajo, busco, rebusco, encuentro palabras pero no las que quiero, donde las habré dejado? te plagio? no, este texto es mio, pero no lo escribí yo, tiembla? o es el frío?
A su espalda el planeta se consume oscuro, ya no hay azul, el agua arde, el fuego se eleva, la sombra que proyecta su cuerpo sobre el planeta Marte no viene de el sol, viene de la tierra.
Las últimas señales de radio escapan hacía el profundo universo, como tantas veces, buscando existir solo si alguien acá afuera las escucha; pero esta vez no son las voces de los ídolos, los programas de moda o los números de la lotería, son suplicas de auxilio, despedidas, réquiems, al fin Bethoben tocó para la luna que prometió, al fin cuando la luna se quema.
El pequeño príncipe solo, su b-612 demasiado cerca ha muerto, un último vuelo de palomas lo llevo lejos, donde no hay zorros, pero donde aún lo escencial; ahora mas que nunca; es invisible a los ojos.
Las almas escapando el planeta muerto, y no queda nadie, no hay nadie mas que conteste una pregunta o dibuje un cordero; toda la belleza ha muerto, el mal, la muerte, la soledad y el silencio se maximizan.
Pero el pequeño príncipe mira a otra parte, y se acompaña de la sombra que refleja la tierra que se quema; la soledad de Marte no es tan distinta al desierto de el Sahara; o a la indiferencia de los hombres; y entonces clama, clama con voz sollozante pero fuerte y la llama, te llama en mi nombre, y esa voz infantil emprende el pasaje, se aleja de los planetas, se aleja de nuestra muerte, va superando planetas y no hace escalas, no se detiene ni en Europa , ni mas allá, ni en otros asteroides; se encuentra al voyager mas allá de los planetas conocidos, emitiendo saludos que nadie escucha, que nadie escuchará, su voz se aleja en un agujero de gusano y trasciende la noche y la soledad estelar, se aleja entre galaxias y soles muertos, entre gigantes blancas y enanas, quasars y constelaciones que nadie nunca volverá a ver, y allá en el infinito su voz llega a otra parte, y te encuentra, en medio de un océano cósmico justo en la playa donde me esperas, y recibes mi grito de su voz en silencio y llorando; miras al cielo como mis ojos tristes buscándote desde hace siempre, a deshora; devuelves mis gritos y de nuevo el pasaje, tu grito evoca el camino de regreso y contempla las maravillas; al fondo ve al planeta en llamas muerto, tu voz llega a sus oídos que escuchan por mi, tu voz sollozante que ruega "alguna serpiente que te muerda el tobillo? te espero ansiosa" y el pequeño príncipe mirando a su alrededor la soledad que no le ayuda a trascender la muerte, y entonces, también llora.
A su espalda el planeta se consume oscuro, ya no hay azul, el agua arde, el fuego se eleva, la sombra que proyecta su cuerpo sobre el planeta Marte no viene de el sol, viene de la tierra.
Las últimas señales de radio escapan hacía el profundo universo, como tantas veces, buscando existir solo si alguien acá afuera las escucha; pero esta vez no son las voces de los ídolos, los programas de moda o los números de la lotería, son suplicas de auxilio, despedidas, réquiems, al fin Bethoben tocó para la luna que prometió, al fin cuando la luna se quema.
El pequeño príncipe solo, su b-612 demasiado cerca ha muerto, un último vuelo de palomas lo llevo lejos, donde no hay zorros, pero donde aún lo escencial; ahora mas que nunca; es invisible a los ojos.
Las almas escapando el planeta muerto, y no queda nadie, no hay nadie mas que conteste una pregunta o dibuje un cordero; toda la belleza ha muerto, el mal, la muerte, la soledad y el silencio se maximizan.
Pero el pequeño príncipe mira a otra parte, y se acompaña de la sombra que refleja la tierra que se quema; la soledad de Marte no es tan distinta al desierto de el Sahara; o a la indiferencia de los hombres; y entonces clama, clama con voz sollozante pero fuerte y la llama, te llama en mi nombre, y esa voz infantil emprende el pasaje, se aleja de los planetas, se aleja de nuestra muerte, va superando planetas y no hace escalas, no se detiene ni en Europa , ni mas allá, ni en otros asteroides; se encuentra al voyager mas allá de los planetas conocidos, emitiendo saludos que nadie escucha, que nadie escuchará, su voz se aleja en un agujero de gusano y trasciende la noche y la soledad estelar, se aleja entre galaxias y soles muertos, entre gigantes blancas y enanas, quasars y constelaciones que nadie nunca volverá a ver, y allá en el infinito su voz llega a otra parte, y te encuentra, en medio de un océano cósmico justo en la playa donde me esperas, y recibes mi grito de su voz en silencio y llorando; miras al cielo como mis ojos tristes buscándote desde hace siempre, a deshora; devuelves mis gritos y de nuevo el pasaje, tu grito evoca el camino de regreso y contempla las maravillas; al fondo ve al planeta en llamas muerto, tu voz llega a sus oídos que escuchan por mi, tu voz sollozante que ruega "alguna serpiente que te muerda el tobillo? te espero ansiosa" y el pequeño príncipe mirando a su alrededor la soledad que no le ayuda a trascender la muerte, y entonces, también llora.