
Se abrió paso entre los curiosos y los rescatistas.
El cuerpo de su hija en la playa, el pueblo de pescadores alrededor, observando, la niña-mujer aún mujer dejando de ser niña; el responsable; perdido en la noche en el mar, mas eso que importa a la madre; hace ya 21 años su esposo fue tragado por la noche, eso importa poco; su bebé en silencio tiene lágrimas y agua salada secas en su cara, y ni una palabra, la necesita, tiene frío, esta fría, está helada, la playa; hiela el mar esta noche, el pueblo mirá, los pescadores en sus lanchas, en la noche, en la solidaridad salen a buscar al asesino, como 21 años antes a un padre que nunca regreso.
Es su niña, su bebé, quién yace silenciosa, en posición fetal, como vino al mundo, en un ritual silencioso callada; no quiso llorar aún después de la nalgada del médico; igualmente como nunca lloró ante los golpes del canalla en fuga, de la misma manera en que jamás dijo nada a nadie, sobre lo que ya todos sabían esa noche, mientras la misma madre que 21 años antes lloraba de alegría; lloraba esta noche apretando a su hija muerta contra ella, como queriendo devolverla; sin sentido ya; a la seguridad de su vientre, tal y como vino; en un ritual silencioso, mientras maldecía todas las veces que le dijo “mi amor... las mujeres nunca dicen nada, aguantan calladas.” El mar ruge, el pueblo de pescadores observa en silencio , madre e hija, la vida, la muerte, y un hombre perdido en el mar.