sábado, marzo 23, 2013

Ya viene la noche, lo más probable es que muera.



Vienen llegando silenciosos, caminando lento, como cuando se sabe que ya está hecho.
Ninguno lo piensa demasiado, todos saben que han llegado, que me rodean, que tampoco intentaré huir. Entonces aparecen rompiendo las paredes de la oscuridad, el silencio de la noche, la oscuridad repentina que deja de serlo.
Vienen de la muerte para llevarme, con sus manos largas y frías como sombras de la noche, con sus ojos vacios como el espacio de lo que deja de existir, con la severidad de la mirada fija de un muerto que ya no mira; y aun así son afables, considerados, se quedan sombras escondidas en la noche, en las sombras, en los silencios, en las soledades simplemente invitándome a la muerte, a irme con ellos.
Pero no vienen solos, y no los desconozco, nunca una sombra en la oscuridad o un silencio callado será desconocido; no cuando vienen con sus recuerdos,  hojas secas en libros, palabras susurradas al oído, el toque en un brazo y el frio en el espinazo del dedo de una chica; estos son mis muertos, mis vacíos de tiempo, de espacio, de sentimiento. Finalmente me llevan al regazo de la muerte, donde dormiré hasta el nuevo amanecer.
Un día, toda la gente que alguna vez me conoció estará muerta, y entonces seré nada, quizás alguna voz lejana alguna vez hable de mí y me haga reaccionar somnoliento en el silencio, y yo seré un fantasma de muchos de los que viene atrás en la hora de  los muertos, y quizás me encuentres dormitando en alguna esquina o en alguna habitación y no me des importancia, de todas formas un fantasma es una simple energía condenada a repetirse una y otra vez, un eco atrapado que resuena sin poder escapar, es el viento que entra desprevenido y mueve una cortina, soy yo sentado en esta mesa mirándote desde la oscuridad rogándote sin decirte nada que me olvides!, es cualquier cosa que se mueve en la noche intempestivamente, una sombra que parece mirarte desde la otra habitación, la figura en la oscuridad de un suéter colgado en un perchero, el grifo de agua que gotea, la mano invisible que limpia la lágrima en tu mejilla cuando finalmente te duermes.
Vienen por mí de la muerte mis muertos, vienen a llevarme finalmente tan fantasma como ellos, vienen lentos y decididos a llevarme a la muerte mientras tú te quedas en la misma mesa que yo, con una carta y una cartera que usas de pastillero, esperando que desaparezcan las sombras de la hora de los muertos, haciéndote fantasma, llevándome al olvido.

No hay comentarios.: