viernes, mayo 17, 2019

Desvanecerse



Así solo te escucho quejarte, apenas de rodillas frente al escusado, revisando cada vomito tuyo, tu descansando de esta última tanda.
Mi mente atrofiada entiende como una suerte el que en tu desvarío no hayas jalado de la cadena, mientras apenas y ensuciándome las manos logro sacar de el inodoro esta carne, tu carne vomitada, carne arrancada de las entrañas por violentos espasmos que me hacen creer que aún vives.
Regreso a la cama donde te desvaneces, donde apenas parece haber vida por el pito miserable que ejecutan tus pulmones al respirar, réquiem pintoresco sin duda, bochorno para mis oídos. Distingo en mis manos tu vientre, reconozco que late y que es sangre, como alimento, inequivocamenteputrefacto, sin duda infectado.
Estas seca, gris, como las hojas de los árboles bajo el sol terrible de enero, y siquiera temo tocarte, para que no te quiebres, para que no te mueras, toses y ya no hay sangre, ya no hay aire, ya no hay vida, tu cara desecha, tu cuerpo maltrecho apenas si se conmociona, entiendo que ha llegado tu hora y no queda nadie, me toca ser fuerte y reconfortarte de la muerte, misma que te arrancará de mis brazos, misma que te impulsa de nuevo violenta a estremecerte sobre tu cama, y te inflamas y te hinchas, las venas azules y la piel cuarteada en celdas de limites cafés, que se abren, que inhalan nada en la celulosa muerta de tu piel.
Te abrazo no por retenerte, ya no quiero mas que te vayas, te abrazo para sostenerte, para al menos confortarte un último espasmo de violencia, y tu me miras con los ojos en blanco, muertos, ausentes, con los ojos sin niña, sin iris, acuosos pero secos, como una medusa que se tuesta al sol.
Entonces te desmoronas, te partes en mis brazos y te vuelves arena, yo te miro deshacerte mientras te escurres en mis brazos, al menos sé que todo ha acabado, que ya no te duele seca la garganta, ni la piel resquebrajada, ni te ahogas desesperada vomitando el alma; te haces arena en la cama, la misma que decías era océano y ahora es playa, y ni un cuerpo queda para llorarte.
Me sacudo los brazos y la ropa, te dejo salina en la cama, el de la limpieza quizás tenga otras piedades que a mi no me quedan ya, a fin de cuentas ese cuerpo desecho en la cama ya no eres tu, la mujer que un día hice mía sin amar y que aún así marcaría par siempre el resto miserable de mi vida, ahí ya no hay nada mio, y camino el largo pasillo hacía la salida sin voltear a verte, solo me doy cuenta que llevo un puño de ti en la mano cuando necesito taparme la boca mientras toso, me doy cuenta que la tos me pica la garganta y me mancha de sangre la mano, no te preocupes, que aunque no sé lo que hayas sufrido, pronto lo sabré, en mi otra mano aprieto tu vientre con fuerza, como una promesa de ello.

No hay comentarios.: