sábado, abril 02, 2011

Nada

Hace tiempo que no logro transformar una hoja en blanco en algo bello, o algo terrible, el estrés lo ha tomado todo y me ha reducido como a Gregorio Sansa a un triste remedo de metamorfosis de bichos que es atraído a la luz y revolotea alrededor de ella. Mi computador es testigo de mis noches en vela sin ideas ni talento alrededor de unas teclas que se niegan a hacer lo que quiero. 
Salgo a la ventana del  balcón a fumar y entonces solo encuentro al pájaro muerto sobre el techo del vecino que esta mañana choco contra el vidrio tratando de atravesar igual que yo una barrera invisible que es capaz de dejarme en nada, a expensas de los gatos que rondan el vecindario. Fumo sobre él, lo miro, una y otra vez, tratando al menos de inspirarme en una muerte sin ganas y sin sentido, quizás tratando que algún invisible venga a mí a dictarme sus palabras de demonio griego llamado por los dioses, pero hace tiempo que me han olvidado y ya no me hablan, mientras la hora de los muertos acaba.
Mi refrigerador es de dos puertas, meto arriba una cerveza para que se enfrié rápido, pero tampoco será esta poción de fin de semana, mis dedos torpes recorren torpemente el teclado sin conseguir lo que busco en esta madrugada revoltosa y caliente.
Ya poco puedo hacer por crear un personaje creíble que no sea yo, nada puedo hacer por que vuelva la musa, mientras veo a las palomillas revolotear torpes el mercurio de la luz pública que se apaga cada quince minutos, mientras la computadora que entra en estado de internación me llama de la misma manera, sin que yo pueda reactivarla diciéndole cualquier cosa que no sea nada.
La musa duerme y me siento infiel pensando en la muchacha, que no sé exactamente si la cree para un texto, o la vi esta tarde despreocupado mientras caminaba por San José.
Y vuelvo revoloteando al computador que se apaga a escribir tonterías, que sin pies ni cabeza vencen a la página en blanco, y que ustedes leerán mañana (o hoy?) dejando un pájaro muerto en el techo del vecino rociado por la ceniza de mi cigarro, a la vez que Bon Jovi confundido canta en los auriculares de mi computador, que entrando de nuevo al estado de invernación me avisa que las palabras para esta hoja en blanco son nada  y  que el sueño me ha vencido de nuevo esta noche en la que revoloteo atraído por esta luz, que ante la severidad de mi página en blanco llena de tonterías solo me lleva a sacar la cerveza de la puerta de arriba del refrigerador, y que me da una escusa para revolotear un rato más frente a esta pantalla llena de nada que por hoy lo es todo y es... y que con los Caifanes me dice, que cada piedra es un altar.

Deshora.

7 comentarios:

SAMADHI dijo...

Y Amorexia contesto :

"di hombre! si de el sindrome de la página en blanco se trata, es un lapso que hay que dejar ser, sobrevivirlo depende de la calma con que se trate, pero si tu problema trata; como en mi caso) de la trascendencia que querés en tus letras, tratalo parecido, pero no solo esperes, divaga, filosofa, profetisa, que la musa despertará sola en medio de un impas inesperado.

Deshora."

Julia Hernández dijo...

Pero dejas en este texto una gran sensibilidad que acusa y adolece, que quebranta lleno de belleza, será que la musa llegó te dejó un beso casi imperceptible y escribiste entonces, sin darte cuenta de su presencia? Un abrazo.

Crista de Arco dijo...

Menos mal que no estabas inspirado. El resultado fue un texto conmovedor y bello!
Esperaré el momento de que sí lo estés. Ni me imagino lo que saldrá!

;)

Un beso o 2 *

Campanula dijo...

+2 ... te entiendo

Anónimo dijo...

Me encantó leerte...
Saludos

Marco Cañizales dijo...

Ahhhhhhhhhhhhhh odio la página en blanco, vos hiciste lo que decía mi maestro, si no tenés nada de qué escribir, escribí eso.

Saludos,

Amorexia. dijo...

Recordé que vos me lo contaste amigo, por eso lo hice...