Hacerse uno.

Colgó suavemente el teléfono.

Sonrió levemente por la conversación que acababa de tener. Esa noche la vería. Apagó el computador para que su esposa no viera lo que el abogado le había enviado por correo. Dispuso levantarse dejando el brazo izquierdo extendido en el botón de apagado... distraído no pareció percatarse que el mismo se le había caído hasta que en pie, no lo encontró para encender un cigarrillo. Desorientado miró perplejo su hombro para cerciorarse, su brazo izquierdo desprendido yacía sobre el escritorio.

Dios mío! –se dijo mientras empezó a sentir como su rodilla derecha comenzaba a aflojarse... -qué pasa!?- su rodilla elevó un leve crujido y cayó, debió esforzarse para mantener el equilibrio, lloró! se tomó de la cabeza! parpadeó! quiso gritar!. Saltó desde el estudio hasta la sala buscando ayuda en la calle! Tal vez si podía llegar afuera la luz le haría ver que era sólo una mala jugada de la mente! Pero fue perdiendo pedazos en cada salto, desmembrándose conforme su desesperación se incrementaba, deseaba que llegara su esposa a salvarlo... como haría para que ella lo aceptara así!? Un ojo, la nariz, la cadera, los pectorales... finalmente el otro pie; cerca de la puerta; se desplomó semi-hombre sintiendo que perdía entonces su carácter de gran señor de familia; estiró el brazo que le quedaba sin lograr hacerse del llavín de la puerta, pero entonces perdió la mirada; su cara en un grito de terror mudo rodó por la sala hasta quedar bajo la mesa del comedor.

Su esposa abrió la puerta y entraron los niños, todos quedaron atónitos al ver a su padre desmembrado desde el estudio, y su brazo derecho extendido junto a la puerta con el celular llamando a un número desconocido con el nombre de una mujer.